viernes, 4 de septiembre de 2015

“Yo, hambre y agresión”, 1942. Fritz Perls

  A partir del extraordinario éxito del psicoanálisis iniciado por Freud se desarrollaron numerosas variaciones dentro de la naciente terapia psicológica. Cada una de estas variaciones obedecía a una particular visión acerca de la mejor forma de aliviar los sufrimientos de muchas personas afectadas por graves trastornos, y cada una de ellas ha supuesto también una enseñanza civilizadora, una oportunidad para afrontar desde perspectivas innovadoras la problemática de la vida en sociedad.

  La "terapia Gestalt", a diferencia de muchas otras de tales tendencias, perdura todavía hoy, englobada, según algunos, en el conjunto de las llamadas “terapias humanistas”. Este tipo de terapias parten de una ideología individualista, pero prosocial y optimista, en la cual cada persona puede “autorrealizarse” en perfecta armonía con sus semejantes y con la sociedad convencional.  Todas estas terapias se oponen en cierto sentido al hoy un tanto desprestigiado psicoanálisis clásico freudiano.      

La mayoría de la gente que entró en contacto con el psicoanálisis quedó tan fascinada por el nuevo enfoque que estaba tan por encima de la prescripción de bromuros, de la hipnosis y de la terapia de persuasión, que llegó a convertirse para ellos en una religión. La mayoría se tragó el anzuelo de las teorías de Freud, el hilo y el flotador, sin darse cuenta de que esta aceptación ciega constituía la raíz de una mentalidad estrecha que paralizaba muchas de las posibilidades de sus ingeniosos descubrimientos. Resultó de allí un sectarismo caracterizado por una credulidad casi religiosa

  “Yo, hambre y agresión”, de Fritz Perls, fue uno de los primeros libros en abordar lo que luego se consolidaría como la escuela de psicoterapia de “la Gestalt”. No fue, desde luego, la primera tendencia en oponerse al oscurantismo y “sectarismo” de Freud, pero ha sido una de las que más éxito ha tenido. Perls, un terapeuta de gran experiencia, da indicaciones prácticas originales, pero también argumenta a partir de unos presupuestos sensoriales, cognitivos e incluso filosóficos que todavía hoy despiertan entusiastas adhesiones. Comencemos por dos conceptos básicos: la “Gestalt” (el esquema “fondo-figura”) y el “holismo”…

La psicología Gestalt (…) sostiene que, primariamente, existe una formación comprehensiva a la cual [se] llama Gestalt —formación de figura— y que los trozos y piezas aislados son formaciones secundarias. (…) Existen totalidades cuyo comportamiento no está determinado por el de sus elementos individuales, sino que en ellas los procesos parciales están ellos mismos determinados por la naturaleza, intrínseca de la totalidad. La teoría Gestalt espera determinar la naturaleza de esas totalidades. (…) Puede entenderse fácilmente que una palabra hablada es una Gestalt, una unidad de sonidos. Solo cuando esta Gestalt no está clara —cuando, por ejemplo, no captamos el nombre de una persona en el teléfono—, pedimos que se deletree la palabra: que se divida en letras singulares (…)Al ver un objeto blanco contra un fondo oscuro (gris o negro) parece blanco, mientras que el mismo objeto contra un fondo verde puede parecer rojo y contra un fondo rojo, verde, etc.

Nuestro organismo no está en situación de concentrarse en más de una cosa a la vez. Esta deficiencia basada en el fenómeno fondo-figura, se ve resarcida en parte por la tendencia holística de la mente humana, por el esfuerzo de simplificación y unificación. Toda ley científica, todo sistema filosófico, toda generalización se basa en la búsqueda del común denominador, de un hecho idéntico a cierto número de cosas. Dicho con pocas palabras: por la Gestalt común a cierto número de fenómenos.

Al conducir por una ciudad en circunstancias ordinarias, una persona no se da cuenta de la existencia de buzón alguno. Pero la situación cambia cuando hay que enviar una carta. Entonces, de un fondo observado con indiferencia, surgirá un buzón al puesto prominente, convirtiéndose en una realidad subjetiva —dicho de otra forma, una figura (Gestalt) contra un fondo indiferente. (…) Cuando se olvida poner en el correo la carta, no necesariamente ha de deberse a represión o a resistencia. Puede más bien deberse al hecho de que el interés por llevar al correo la carta no es tan intenso como para generar el fenómeno fondo-figura.

  En términos divulgativos, se suele uno referir a “holismo” cuando se considera que “el todo es mayor que sus partes”. Lo que también equivaldría a que cada unidad de significado debe ser considerada ante todo desde el punto de vista del efecto que hace en quien la ve, y no puede ser comprendida como mera suma de elementos independientes. Esto se aplica al individuo mismo.

Tratar en forma aislada los diferentes aspectos de la personalidad humana ayuda tan sólo a pensar en términos de magia y refuerza la creencia de que el cuerpo y el alma son ítems aislados, conjuntados de una forma misteriosa.

El concepto central es la teoría de que el organismo lucha por mantener un equilibrio que continuamente se ve perturbado por sus necesidades y que se recupera por medio de su satisfacción o eliminación.

  “Holismo” como visión total de los fenómenos que son interdependientes y que no pueden existir por separado implica, para el terapeuta, evitar la rigidez conceptual de Freud y de todas las concepciones en general que dividen el alma y el cuerpo en compartimentos estancos. La terapia Gestalt se caracteriza por concebir una unidad entre lo corpóreo y lo psíquico, entre las funciones intelectuales y las fisiológicas en general. Y de ahí la referencia al “hambre”, a la función fisiológica de alimentarse, del acto de morder, de deglutir e incluso de defecar.

Aquellos a los que he demostrado la importancia del análisis del instinto de hambre —la similitud estructural de las fases de nuestra consunción de alimento con nuestra absorción mental del mundo— se han sorprendido de que Freud hubiera pasado por alto este punto.

El hambre de alimento mental y emocional se comporta como el hambre física (…) El neurótico vive permanentemente ávido de afecto, pero (…) su avidez nunca se ve satisfecha. Un factor decisivo en este comportamiento del neurótico es que no asimila el afecto que se le ofrece. O se niega a aceptarlo o lo implora, de tal forma que le resulta molesto o sin valor en cuanto lo ha obtenido.  Además, esta actitud impaciente, voraz, más que ninguna otra cosa, es la responsable de la estupidez excesiva que encontramos en el mundo. Del mismo modo que estas personas no tienen paciencia para masticar el alimento real, así tampoco se dan el tiempo suficiente para "masticar" el alimento mental.

Cuando, por ejemplo, un organismo desarrolla hambre, el alimento se convierte en Gestalt, el Ego se identifica con el hambre ("yo tengo hambre") y responde a la Gestalt ("quiero este alimento").  En el caso de la persona que preferiría morir a robar el pan, el Ego aliena el tomar alimento

   Eso da ciertas opciones al terapeuta…

El elemento esencial en todo progreso, en todo éxito, es la concentración (…) Interés significa estar en una situación; concentración significa penetrar exactamente en el centro (núcleo, esencia) de una situación; y atención significa que se dirige una tensión hacia un objeto. (…)Los tres términos tienen en común el hecho de que son expresiones diferentes del fenómeno fondo-figura. La figura sana debería ser fuerte y relativamente estacionaria: ni inestable, como en el caso de la mentalidad de asociación (neurastenia, muchas psicosis, ligereza de cascos), ni rígida (obsesiones, perversiones, ideas fijas).

Nuestro fin es restablecer —por medio de la concentración- las funciones del Ego, diluir la rigidez del "cuerpo" y el Ego petrificado, el "carácter". Este desarrollo debe moverse al principio en la dirección de una regresión. Queremos (…) regresar a los niveles biológicos de nuestra existencia (…)El síntoma neurótico es siempre una señal de que el ser biológico pide atención

La mayoría de la gente entiende por concentración un esfuerzo deliberado. En realidad este es el tipo de concentración "negativo" no aconsejable.  La concentración perfecta es un proceso armónico de cooperación consciente e inconsciente. La concentración en el sentido popular es sólo una función del Ego, no sustentada por interés espontáneo. Es identificación con el deber, la conciencia o los ideales y está caracterizada por contracciones musculares intensas, por irritabilidad y por tal cantidad de tensión que provoca fatiga y fomenta la neurastenia o hasta derrumbamientos nerviosos. Es artificial y negativa, ya que carece de sostén natural (orgánico).

Se describe mejor la concentración correcta con la palabra fascinación; aquí el objeto ocupa el primer plano sin esfuerzo alguno, desaparece el resto del mundo, dejan de existir el tiempo y el contorno; no brotan conflictos internos o protesta contra la concentración. Se encuentra con facilidad esta concentración en los niños y con frecuencia en adultos entregados a un trabajo interesante o a un hobby. Como cada parte de la personalidad está coordinada y subordinada temporalmente a un solo propósito, no es difícil darse cuenta de que esa actitud es la base de todo desarrollo. Si, para citar a Freud, la compulsión se cambia en volición ya se ha puesto la pasarela más importante para una vida sana y con éxito.

   La “concentración” sería el objetivo a buscar mediante la práctica de diversos ejercicios que propone Perls en su terapia

Describa todos los detalles de lo que siente y saborea: caliente y frío, amargo y dulce, con sabor e insípido, suave y duro. Pero no agradable y desagradable, apetitoso y repugnante, sabroso y desabrido. Dicho de otra forma, desarrolle su apreciación de hechos en contraste con su evaluación (…) Sobre todo, evite usted el peligro de la introyección, evite tragar trozos mentales y físicos destinados a seguir siendo cuerpos extraños en su sistema. Para comprender y asimilar el mundo tiene que emplear plenamente sus dientes.

Pruebe estos ejercicios de concentración al principio en los sucesos cotidianos. Tal vez esté recibiendo lecciones de conducción. Si usted confía exclusivamente en estas lecciones, su progreso será mucho más lento que si practica con la imaginación lo que se le ha enseñado, fijándose en todos los detalles. En su fantasía, vaya en un largo viaje, usted mismo al volante, recordando y cumpliendo todas las reglas que le han enseñado: se admirará del acrecentamiento de su confianza y competencia.

Se puede tomar cada uno de esos ejercicios como un punto de arranque, y cada uno le proporciona la ocasión de lograr la concentración. Cuando sea capaz de concentrarse en un ejercicio, los demás no ofrecerán dificultad

La gimnasia, mientras fomente la consciencia del cuerpo y no eso de ser "todo un hombre"; el deporte, mientras no sea unilateral y esclavo de la ambición, desarrolla ese sentimiento holístico. Al caminar, sienta que está caminando e interrumpa el "pensamiento" lo más frecuente que sea posible. Ante todo, cuando no tenga nada que hacer, conténtese con estar consciente de su cuerpo como un todo. 

  ¿Son los ejercicios de “concentración” el núcleo de la terapia Gestalt? Parece más bien tratarse de un ejemplo  de toda una visión general de actitudes prácticas ante la vida que se enfrentaría a los fenómenos negativos de las proyecciones, introyecciones, resistencias, evitaciones y represiones.

Hemos señalado la evitación como característica principal de la neurosis y es obvio que su opuesto correcto es la concentración. Pero, naturalmente, lo es la concentración sobre el objeto que, según la estructura de la situación, exige convertirse en figura.

 Un daño que no se ha enfrentado de la forma correcta nunca desaparecería psicológicamente, sino que envenenaría  la mente del individuo al dar lugar a la “proyección”…

Las proyecciones, en el sentido más estricto, son alucinaciones. (…)El material introyectado permanece fuera del organismo propiamente dicho y por ello se percibe correctamente como algo extraño al Ser, algo que provoca agresión dental o el deseo de liberarse de ello. Se defeca este material no como un desperdicio, sino como proyección

En la proyección el material, que no cambia en absoluto, se desliza del campo interno hacia el ambiental. La actividad se hace pasividad. (El niño quiere golpear a la nodriza. El niño proyecta y espera que la nodriza lo golpee a él.) 

En la introyección el material permanece esencialmente intacto, pero ha cambiado de campo, del ambiental al interno. La pasividad se hace actividad. (La nodriza golpea al niño. El niño introyecta, juega a la nodriza y golpea a otro niño.) 

El carácter sano expresa sus emociones e ideas, el carácter paranoide las proyecta

A través del tratamiento, el material introyectado —al ser desmenuzado— se diferencia en material asimilable, que contribuye al desarrollo de la personalidad (…) Recordar tiene valor terapéutico sólo cuando va acompañado de emociones.

Después del primer paso: percibir la existencia de proyecciones y el segundo: reconocer que pertenecen a la propia personalidad,  [usted] tiene que asimilarlas. Esta asimilación es la curación misma de todas las tendencias paranoicas. Si usted simplemente introyecta lo "proyectado", sólo aumenta el peligro de llegar a ser paranoico. Por ello debe entrar hasta el núcleo: el sentido de toda proyección.

  La popularidad relativa de la terapia Gestalt sin duda tiene que ver con que en muchos aspectos, y a diferencia del freudismo clásico (repleto de traumas y complejos sexuales), se halla más próxima a muchas visiones convencionales de la vida emocional

La terapia de concentración proporciona un camino más corto y superior para el "renacimiento emocional" que la conversación ordinaria o la técnica de las asociaciones libres. Un hombre, por ejemplo, que habla más bien con desprecio de su padre, cuando se le pide que lo visualice y se concentre en los detalles de su apariencia podría estallar en llanto de repente

El restablecimiento de las funciones biológicas de la agresión es, y sigue siendo, la solución al problema de la agresión. Sin embargo, con mucha frecuencia debemos recurrir a la sublimación de la agresión, de ordinario en casos de emergencia. Cuando una persona suprime la agresión (que de esta forma no está a su disposición) como sucede en casos de neurosis obsesivas, cuando embotella su rabia, tenemos que encontrar una salida. Tenemos que proporcionarle una oportunidad de que se desahogue. El golpear una pelota de boxeo, cortar leña o cualquier tipo de deporte agresivo, como el fútbol, a veces hará maravillas.

El valor catártico de concentrarse en la imagen de una persona o acontecimiento, con el cual se tiene una relación emocional, es casi el mismo del análisis hipnótico o del narcoanálisis, con la ventaja adicional de que fortalece la personalidad consciente.

Al mejorar el "sentir" usted logrará un conocimiento más profundo, un "psicoanálisis" de las características de su personalidad. Descubrirá su Ser en la monotonía, la lectura, la radiodifusión, el lamento o la jactancia de su voz interna.

Ejercicios de visualización: (…) al desviar nuestra mentalidad de "las imágenes que vienen a nuestra mente" hacia "nosotros mismos que miramos las imágenes", mejoramos nuestras funciones del Ego. Cambiamos de una actitud pasiva a otra más activa

Es una idea equivocada suponer que cerrar los ojos provoca sueño. Sucede exactamente lo opuesto. Cerrar los ojos no provoca sueño, sino que el sueño provoca cerrar los ojos.

  Al mismo tiempo, aparte de mostrar su propio camino de terapia humanista, Perls se opone a otras visiones del mundo. Por supuesto, contra los excesos del psicoanálisis de Freud, pero también levanta objeciones contra la filosofía marxista.

Freud sexualizó el instinto de hambre, mientras que el comunismo pasó por un periodo en el que los problemas sexuales eran considerados "como si" pertenecieran a la esfera del hambre (…)La base común de Freud y Marx: las necesidades del hombre (para Freud los instintos de conservación de la raza y para Marx los instintos de autoconservación) son primarias; la superestructura intelectual está determinada por la estructura biológica y por la necesidad de gratificación de estos dos grupos de instintos.

  Y, para evitar equívocos en lo referente a la “concentración”, objeta también la base filosófica del yoguismo:

En yoga el amortiguamiento del organismo para desarrollar otras facultades desempeña un papel prominente, mientras que nuestro fin es despertar el organismo a una vida más completa.

   Hoy en día, algunos de los presupuestos que aparecen en este libro de Fritz Perls están, a su vez, bastante desprestigiados. La psicoterapia actual rechaza la catarsis, la idea de que expresar la agresión puede calmarla (más bien se considera que se refuerzan los circuitos agresivos al alentarla), y el estudio de la conducta demuestra que la imitación sí que estimula los comportamientos: cerrar los ojos puede ayudar a provocar el sueño y componer gestos apacibles ayuda a generar paz incluso si hacerlo supone reprimir la manifestación de la agresividad; algunos autores denominan esto "retroalimentación aferente".

  Sin embargo, las tendencias terapéuticas humanistas siempre gozarán de popularidad ya que desarrollan técnicas que aceptan las visiones del mundo hasta cierto punto acordes con la cultura del momento, y Perls era un terapeuta que se guiaba sobre todo por la respuesta positiva de sus pacientes. Si los pacientes se sentían haciendo lo correcto podían sentirse satisfechos solo por eso, y si la actitud del terapeuta era amistosa y cooperativa, incluso propia del sentido común, siempre le estarían más agradecidos que a un Freud siniestro que encontraba impulsos sexuales insospechados en todas partes. Por encima de todo, Perls ofrece al paciente que se haga cargo de su propia suerte. El terapeuta solo le ayudaría dándole indicaciones y consejos fácilmente comprensibles y aceptables por el mismo sentido común.

  Oponerse a la resistencia, a la evitación y al control nos ofrece una esperanza de libertad, de que hay caminos accesibles para superar los trastornos que parecen relacionados con, en parte, dejarse llevar espontáneamente por los impulsos naturales, y no tanto en luchar contra ellos.

Con mucha frecuencia el autocontrol socialmente exigido puede lograrse tan sólo a costa de desvitalizar y deteriorar las funciones de grandes partes de la personalidad humana —a costa de crear neurosis colectivas e individuales

Para eliminar un síntoma neurótico en el propio organismo se necesita tener consciencia del síntoma en toda su complejidad, no introspección y explicaciones intelectuales

Todo contacto, ya sea hostil o amistoso, acrecentará nuestras esferas, integrará nuestra personalidad y, por asimilación, contribuirá a nuestras facultades, mientras que no esté cargado de un peligro insuperable, mientras que haya posibilidad de dominarlo.

  De esta forma, la psicoterapia saldría de su entorno represivo y podría popularizarse creando la imagen de ser tal como somos, expresándonos mediante el contacto con el mundo y liberando nuestras tensiones. Las referencias a la alimentación, la respiración y la evacuación de residuos nos sitúan en la vida cotidiana, fuera del oscuro ghetto de la sexualidad y de las peligrosas complejidades políticas del poder. Se puede vivir convencionalmente y a la vez demostrar un escrupuloso cuidado para evitar los conflictos psicológicos: concentración, visualización, exposición y vida sana pueden ayudarnos.

  Sin embargo, los errores detectados en la descripción de algunas funciones del comportamiento hacen pensar que la práctica de esta terapia, con independencia de los buenos resultados que haya podido dar en algunos casos (al fin y al cabo, también Freud era capaz de obtenerlos), no parte de una visión del todo correcta de la psique humana. En muchos aspectos, parece tratarse de mero voluntarismo o de mero efecto placebo.

  Parece más bien que el ser humano ha construido su cultura, cada vez más cooperativa, menos agresiva y más avanzada intelectual y tecnológicamente, gracias precisamente a las estructuras de autocontrol y represión de ciertos instintos naturales. La idea de que solo debemos ayudar a la naturaleza a expresarse y a ser reconocida podría ir en dirección contraria a la experiencia observable de la civilización.

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