lunes, 29 de julio de 2013

“Armas, gérmenes y acero”, 1997. Jared Diamond

  Tal como nos lo presenta el brillante geógrafo y premio Pullitzer Jared Diamond, toda la temática de este libro podemos desarrollarla a partir de una pregunta que cierta vez le formuló un “salvaje” de Papua Nueva Guinea llamado Yali:

¿Por qué vosotros, los blancos, poseeis tantos bienes modernos, y nosotros en Nueva Guinea tenemos tan poco?

  O sea, la pregunta es por qué unas regiones del mundo están menos desarrolladas tecnológicamente que otras.

  Por supuesto, si nos limitamos a diferenciar en cuanto a desarrollo tecnológico estamos también implicando con ello otro tipo de importantes diferencias, pero siempre se ha de ser precavido a la hora de no incurrir en el error de señalar sociedades “avanzadas” y “menos avanzadas”

En comparación con los cazadores-recolectores, los ciudadanos de los estados industrializados disfrutan de una vida más larga, menos probabilidades de ser víctimas de homicidio, asistencia médica mejor, pero reciben mucho menos apoyo social de las amistades y las familias extensas.

  En cualquier caso, lo más importante para Diamond es que quede claro que no existen diferencias innatas entre los individuos que viven en diferentes países y culturas, que todos compartimos el mismo patrimonio genético, pertenecemos a la misma especie y nuestras capacidades intelectuales y limitaciones emocionales son las mismas: ningún estudio científico de las diferencias entre los diversos pueblos y sus realizaciones materiales logrará jamás hallar fundamento alguno para el racismo. De hecho, Diamond incluso afirma.

Las personas inteligentes tienen más probabilidades que los menos inteligentes  de escapar de las causas de alta mortalidad propias de la sociedad tradicional de Nueva Guinea (homicidio, accidentes, subalimentación).(…) Los genes que promueve la selección natural por la inteligencia han sido probablemente mucho más implacables en la sociedad tradicional de Nueva Guinea que en las sociedades más densamente pobladas y más complejas.(…) Los niños de esta sociedad dedican menos tiempo al entretenimiento pasivo y se dedican a hacer cosas activamente, como hablar o jugar. (…) En capacidad mental los neoguineanos son probablemente superiores genéticamente a los occidentales.

  Por lo tanto, lo que queda por resolver es el asunto de por qué, a pesar de la igualdad intelectual entre todos los seres humanos (y, quizá, pese a la supuesta superioridad intelectual de los individuos que forman los pueblos primitivos), se dan  esas diferencias tan grandes entre la forma de vida de los neoguineanos y los estadounidenses y japoneses actuales, sobre todo en lo que se refiere al desarrollo de una tecnología que a casi todos los pueblos del mundo interesa hoy poseer.

  La solución para Jared Diamond se encuentra, en su mayor parte, en lo que otros denominan "determinismo ambiental”

La historia siguió trayectorias distintas  para diferentes pueblos debido a las diferencias existentes en los entornos de los pueblos, no debido a diferencias biológicas entre los propios pueblos. (…) Se trata de la geografía ambiental, criticada por algunos como determinismo ambiental.

Hay innumerables características medioambientales que afectan a las trayectorias de las sociedades humanas. Los principales son la disponibilidad de especies animales y vegetales domesticables, la orientación norte-sur o este-oeste de los territorios, el tamaño de estos territorios y la densidad de la población que habite en ellos.

  Para bien o para mal, una sociedad logra imponerse territorial y culturalmente a otras una vez ha adquirido una tecnología más desarrollada. Es gracias a una tecnología más desarrollada –armas, acero- como una sociedad vence a sus oponentes en el dominio de los recursos naturales y, por tanto, en la apropiación del territorio que los contiene. El tercer factor ofensivo que destaca Diamond, involuntario pero inevitable, son los gérmenes letales (epidemias), una consecuencia del incremento de población en un espacio cada vez más reducido así como de la práctica ganadera (que obliga a una excesiva relación física entre el ser humano y ciertas especies animales, dando lugar a extraños intercambios biológicos). Las enfermedades, que surgen como consecuencia del incremento de población no impiden, sin embargo, que ésta continúe incrementándose más allá de las posibilidades de las sociedades de cazadores-recolectores, las cuales, además, pueden verse afectadas por las epidemias de los invasores contra las cuales no tienen las defensas biológicas que siempre se dan entre los pueblos que las sufren periódicamente.

    Y para que este incremento de población se produzca el requisito indispensable es el correspondiente incremento de recursos mínimos de vida, esto es, de la producción de alimentos.

   En lo que a producción de alimentos se refiere, no hemos de olvidar que nuestra especie no es otra cosa que una variedad de homínidos cazadores-recolectores que sólo muy recientemente en términos geológicos, a finales del Pleistoceno (hace 12,000 años), abandonó su forma de vida ancestral para dedicarse a la agricultura y la ganadería.

   El porqué sucedió este cambio (de la caza y recolección a la agricultura) es quizá el más formidable enigma que en este libro también se intenta desvelar. De hecho, sabemos, por los esqueletos que dejaron nuestros antepasados (aunque esto Diamond no lo menciona en su libro), que los cazadores-recolectores, por lo general, estaban más sanos, eran más robustos y estaban mejor alimentados que los primeros agricultores, y muy probablemente trabajaban también menos horas al día para obtener sus bienes de primera necesidad. Así pues, ¿por qué estos primeros agricultores se decidieron gradualmente a alimentarse de unas pocas variedades de granos y renunciaron a una dieta variada rica en carne, que era la que requería nuestros organismos de acuerdo con la herencia genética de millones de años?

  He aquí una teoría

Las densidades de población fueron creciendo a lo largo del Pleistoceno. Con el aumento de población, fue aumentando la tecnología de recolección y almacenamiento. La agricultura se inventa hace 10,000 años y no hace 20,000 porque hace 20,000 años la caza-recolección era todavía más productiva.

Se produjo un declive de la disponibilidad de alimentos silvestres y la extinción de especies de animales de caza, y al mismo tiempo se dieron cambios climáticos tras los cuales aparecieron plantas adaptables para la agricultura, las más importantes de las cuales fueron los cereales silvestres.

    Sin embargo, Diamond no menciona otro hecho notable que tuvo lugar, hace unos 40.000 años, en el período del Pleistoceno anterior a aquel en el que se produce el cambio climático, antes de que surjan el sedentarismo y la agricultura: la aparición repentina de las famosas pinturas rupestres, los enterramientos y otras manifestaciones culturales sin precedentes. Además, también durante este periodo estaba aumentando la población, no porque se descubriese la agricultura, sino porque se perfeccionaba la técnica de la caza (lo cual explica la gradual escasez de presas)

  Sin duda la humanidad prehistórica se enfrentó a muchos cambios climáticos a lo largo de decenas de milenios, pero sólo éste último, hace unos diez mil años, llevó a la aparición del sedentarismo y la producción de alimentos en algunas regiones.

Sedentarismo y producción de alimentos no siempre están unidos. Algunos productores son semi-nómadas. Algunos recolectores-cazadores pueden hacerse sedentarios gestionando intensivamente sus territorios de caza y recolección.

  Diamond puede tener mucha razón en que circunstancias de cambio climático obligaron a cambios económicos por la supervivencia, pero al no mencionar ni los cambios culturales previos ni la mala calidad de la dieta de los primeros agricultores (que tardó mucho en ser completada con la carne del ganado, pues la domesticación de animales no fue un proceso fácil) nos quedamos sin una motivación para que, una vez recuperado el equilibrio ecológico (es decir, que de nuevo abundara la caza), el hombre primitivo retomara su antigua forma de vida ancestral.

   Y el hecho es que  “Armas, gérmenes y acero” nos enseña también, entre otras muchas cosas, que, en efecto, sí se han dado ocasiones en las que determinadas sociedades primitivas han retrocedido culturalmente con graves pérdidas de conocimientos tecnológicos adquiridos.

En la isla de Tasmania, a 200 kilómetros de la costa sudoriental de Australia (…) hace unos diez mil años los tasmanos y los australianos de tierra firme quedaron separados al subir el nivel del mar por el cambio climático y porque ninguno de los dos grupos poseía embarcaciones capaces de navegar. (…) Cuando fueron encontrados por los europeos, los tasmanos tenían la cultura material  más sencilla de cualquier pueblo moderno. (…) El registro arqueológico documenta la desaparición de la pesca, así como el punzón, la aguja y otros útiles de hueso. 

  Pero parece que, más tarde o más temprano, todas las sociedades primitivas acaban dando pasos en el sentido del desarrollo tecnológico y económico.

Incluso los antiguos australianos estaban evolucionando en el sentido de desarrollo en la producción de alimentos y sedentarismo en el momento de la llegada de los europeos. 

   De todas formas, este libro va más allá del cambio de cazadores-recolectores a agricultores, puesto que aborda también el desarrollo civilizatorio en el período histórico.

Se mencionan como “instituciones saludables” para explicar la mayor riqueza de ciertos países al imperio de la ley, el respeto de los contratos, la protección a la propiedad privada, menor corrupción y criminalidad, y apertura al comercio. Pero estas instituciones saludables surgían como consecuencia de factores relacionados con el medio natural. 

También cuenta la ventaja de salida, el tiempo que lleve un territorio siendo desarrollado socialmente por una mayor o menor población. (…)Las raíces de la desigualdad en el mundo moderno se remontan a la prehistoria. 

   Uno de los ejemplos más interesantes que se citan es acerca de porqué la avanzada civilización china acabó siendo sometida a las pautas culturales de la civilización europea

La civilización china no se expandió como la europea occidental no sólo por la explicación clásica de que el confucionismo o la escasez del carbón lo impidieron, sino por el motivo más profundo de la no fragmentación geográfica (escasez de islas, penínsulas y cordilleras que separen valles fértiles). China estaba geográficamente predestinada a la unificación política y esto impedía que diversos estados compitieran entre sí. (...) Sin embargo, China aventajó a Europa en tecnología hasta el siglo XIV, lo que podría deberse a que la fragmentación tal vez no sea decisiva en tanto a la invención de tecnología (o, en cualquier caso, en tanto a determinado tipo de tecnología), pero sí en tanto a la productividad económica, la estabilidad política o el bienestar humano. 

Los científicos sociales siguen prefiriendo explicaciones relativas al distinto curso histórico, pero la explicación minoritaria sería que las condiciones de la agricultura en China exigían centralización y autoritarismo, no la existencia prolongada de estados independientes. (…) Incluso en los tiempos modernos, China podría seguir sufriendo las consecuencias de no poder descentralizarse.

  Algo parecido podría explicar porqué las regiones más civilizadas del llamado "Creciente fértil” (Mesopotamia, Asia Menor, Egipto, Grecia, Próximo Oriente) acabaron cediendo la supremacía del desarrollo tecnológico a Europa noroccidental

La pérdida de la ventaja de salida del Creciente fértil como entorno civilizatorio favorecido tuvo que ver con tratarse de un medio económicamente frágil en tanto a producción de alimentos. (…) Europa septentrional representaba un medio mucho mejor, extenso, fértil con abundantes lluvias.

  Diamond, que es un geógrafo, sin embargo no menciona el hecho, importante, de que en época romana Europa septentrional era una extensa ciénaga boscosa, con terribles inviernos, y que sólo gradualmente los valles fueron drenados y los bosques talados para hacer espacio a cultivos y prados para los rebaños, de modo que sólo a partir de entonces fue posible aprovechar el buen suelo y las abundantes lluvias para el desarrollo económico.

  En otros casos, la explicación de por qué algunas regiones con buenas características para el desarrollo agrícola no dieron lugar a civilizaciones notables, es un tanto diferente

Zonas muy aptas para la producción de alimentos pudieron ser California, las Pampas argentinas, el Sudeste de Australia y la zona de El Cabo en Sudáfrica. Pero allí no se inventó la agricultura por las características culturales de aquellos pueblos.

  Características culturales que dependían, a su vez, de otros factores ya mencionados como la densidad de población y la “ventaja de salida”, es decir, el hecho de que la raza humana llevara viviendo en California mucho menos tiempo que en el “Creciente fértil” de Próximo Oriente. Si bien, no demasiado lejos de California, en la meseta mexicana, sí que surgió una civilización avanzada.

  ¿Y cuál sería el papel propiamente dicho del desarrollo cultural independiente?, ¿podría existir y ser decisivo en lo que se refiere al desarrollo de los pueblos, cualquiera que sea su entorno geográfico?

La posible significación de los factores culturales que no guardan relación con el medio es una pregunta sin respuesta. Lo mismo puede decirse acerca de la influencia de hechos históricos casuales, como la conquista de Oriente por Alejandro.

   Otro ejemplo es el de la civilización japonesa, que, como la china, se resistió a la influencia europea

En 1600 los japoneses disponían de más y mejores fusiles que ningún país del mundo, pero después de que se cortaran las relaciones comerciales con Europa las armas de fuego se abandonaron al rechazarse lo extranjero por afinidad con la tradición.

   Por otra parte, “Armas, gérmenes y acero” no se extiende -aunque, como hemos visto, lo menciona- en el asunto de la importancia cultural de la expedición a Oriente de Alejandro, que tanto aportó culturalmente al mundo del “Creciente fértil”. Para muchos, es posible que el cristianismo nunca hubiera surgido de no haber llegado a conocerse previamente las filosofías religiosas hindúes. Parece que fue este conocimiento, relacionado con la gran expansión griega hacia Oriente llevada a cabo por Alejandro, lo que llevó a la aparición, tres siglos antes de Cristo, de algunas innovadoras escuelas filosóficas y religiosas, como fue el caso del estoicismo griego que influyó en todas las culturas del Mediterráneo oriental.

   Sin embargo, el libro que nos ocupa sí cita algunos hechos realmente curiosos en cuanto a difusión de “ideas” de tipo tecnológico:

La escritura cherokee inventada en 1820 sigue siendo uno de los ejemplos mejor atestiguados de escritura surgida por la difusión de una idea.

  Y el caso, enigmático, de la no invención de la rueda por la cultura mesoamericana. (Curiosamente, en el libro se menciona primero con la versión de que, aunque se han encontrado juguetes mexicanos precolombinos que muestran ruedas, tal vez no llegaron a encontrarles utilización económica por no tener animales de tiro, pero después, unas cuantas páginas más adelante, se reconoce que, al igual que en China, la rueda podía haber sido útil también para el transporte humano mediante el uso de carretillas, que es la no-situación que da lugar al enigma)

  En conclusión

La capacidad de innovación de una sociedad es determinada por muchos factores independientes. Se continua debatiendo por qué la receptividad para la innovación cambió en el Islam, en China y en Europa.

  De lo que no cabe duda es de que este libro plantea muchísimas preguntas, da algunas respuestas muy buenas, nos inunda de información valiosa, y nos aporta una perspectiva innovadora y extraordinariamente lúcida para juzgar nuestra propia naturaleza como seres sociales.  Y, además, está muy bien construido y escrito. No por nada fue distinguido con el Premio Pullitzer.

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