martes, 12 de marzo de 2013

"Formas elementales de la vida religiosa”, 1912, Emile Durkheim

  El clásico de la antropología de Emile Durkheim “Formas elementales de la vida religiosa” ha cumplido ya cien años, pero su tesis central sigue siendo válida y, lo más curioso de todo, su descripción de la religión y de su significado en la cultura humana sigue siendo desconocida para la mayor parte de la gente, incluyendo a muchas personas cultas. La mayoría, y esto es un hecho, sigue identificando “religión” con la creencia en los seres sobrenaturales, cuando la religión en sí no es eso.

Existen grandes religiones donde está ausente la idea de dioses y de espíritus, donde, al menos, no desempeña más que un papel secundario y oscurecido. Es el caso del budismo. (…) El budismo es una religión: a falta de dioses, admite la existencia de cosas sagradas, a saber las cuatro verdades santas y las prácticas que derivan de ellas

La religión es un sistema más o menos complejo de mitos, de dogmas, de ritos, de ceremonias.

 
Lo que la religión hace es manipular la capacidad cognitiva del ser humano, generar invenciones de la mente y fijarlas con insistencia (mediante el ritual, pero no sólo mediante el ritual) dentro de una comunidad con un fin moral, es decir: crear cultura.

Existe, en la raíz de nuestros juicios, un cierto número de nociones esenciales que dominan toda nuestra vida intelectual; son las que los filósofos, desde Aristóteles, llaman las categorías del entendimiento: nociones de tiempo, de espacio, de género, de número, de causa, de sustancia, de personalidad, etc. Ellas corresponden a las propiedades más universales de las cosas. Son como los cuadros sólidos que encierran el pensamiento 

Los ritos son maneras de actuar que no surgen más que en el seno de grupos reunidos y que  están destinadas a suscitar, a mantener o a rehacer ciertos estados mentales de esos grupos


  El libro de Durkheim es anterior al surgimiento del fenómeno ideológico de masas de las religiones políticas del marxismo (soviético y maoísta, principalmente), pero no descartaba que

llegará un día en que nuestras sociedades conocerán de nuevo horas de efervescencia creadora durante las cuales surgirán nuevos ideales, se desprenderán nuevas fórmulas que servirán, durante un tiempo, de guía a la humanidad; y cuando hayan vivido esas horas, los hombres experimentarán espontáneamente la necesidad de revivirlas de tiempo en tiempo con el pensamiento, es decir de conservar su recuerdo por medio de fiestas que revivifican regularmente sus frutos.

  Sin duda, imaginar una religión futura en 1912 suponía una extraordinaria capacidad creativa, y Durkheim recogía la meditación al respecto de su contemporáneo Comte. Ambos eran conscientes de la importancia de la religión en la evolución de la sociedad.

Los primeros sistemas de representaciones que el hombre se ha hecho del mundo y de sí mismo son de origen religioso.

El derecho, la moral, el pensamiento científico mismo han nacido en la religión.

Todos los partidos, políticos, económicos, confesionales, se ocupan de provocar periódicamente reuniones donde sus adeptos puedan revivificar su fe común manifestándola en común.(…) Todos estos procesos mentales son tan semejantes a los que están  en la raíz de la religión, que los individuos mismos  se han representado a menudo la presión a la cual  cedían de este modo, bajo una forma expresamente religiosa


  En un pasaje, Durkheim parece muy acertado y perspicaz al darse cuenta de que no pueden crearse nuevas religiones a partir del pasado muerto de las antiguas, pero cae quizá en la contradicción cuando, al referirse a nuevos ideales, establece que las mismas fórmulas se revivificarán mediante fiestas y rituales. Pero ¿y si una nueva religión, con nuevos ideales y nuevas fórmulas, se exteriorizase por prácticas que no fuesen de tipo festivo, sino precisamente de un nuevo tipo?

  Quizá un inconveniente en la visión de la religión de Durkheim tenga que ver con que utiliza en exceso, para escribir su magnífico libro, las observaciones sobre los aborígenes australianos que habían llegado hasta él (Durkheim no era antropólogo aventurero: nunca salía de su Universidad). Se le ha discutido mucho que identificara tan fácilmente a los aborígenes australianos con la cultura humana más primitiva concebible, lo que le llevó a considerar que el culto totémico que caracterizaba a este pueblo de cazadores-recolectores sería el punto de partida de todas las religiones del mundo.

Los individuos que componen un clan de aborígenes australianos se consideran unidos por un vínculo de parentesco, pero de una naturaleza muy especial. Este parentesco no proviene de que mantienen unos con otros relaciones definidas de consanguinidad; son parientes por el solo hecho de que llevan el mismo nombre.(…) La especie de cosas que sirve para designar colectivamente al clan se llama su tótem. El tótem del clan es también el de cada uno de sus miembros.(…) El clan es un grupo familiar donde el parentesco resulta únicamente de la comunidad del nombre.

El tótem es un nombre y un emblema.

Sobre más de 500 nombres totémicos contados por Howitt entre las tribus del sudeste australiano, sólo hay casi una cuarentena que no sean nombres de plantas o de animales: son las nubes, la lluvia, el granizo, la helada, la luna, el sol, el viento, el otoño, el verano, el invierno, ciertas estrellas, el trueno, el fuego, el humo, el agua, el ocre rojo, el mar.

El totemismo es la religión, no de tales animales, o de tales nombres, o de tales imágenes, sino de una especie de fuerza anónima e impersonal, que se encuentra en cada uno de estos seres, sin confundirse, sin embargo, con ninguno de ellos. Nadie la posee entera y todos participan de ella


   Más tarde se descubrirá que ni la religión totémica es exactamente como Durkheim creía, y que tampoco todas las religiones primitivas son en un principio de tipo totémico. En cualquier caso, la gran verdad descubierta es que el origen de la religión se encuentra en la necesidad del ser humano de poner en marcha mecanismos cognitivos que permitan la unidad y la cooperación comunitaria.

Una religión es un sistema solidario de creencias y de prácticas relativas a las cosas sagradas, es decir, separadas, interdictivas, creencias a todos aquellos que unen en una misma comunidad moral, llamada Iglesia, a todos aquellos que adhieren a ellas.

La vida religiosa tiene por objeto elevar al hombre por encima de sí mismo y hacerle vivir una vida superior a la que llevaría si obedeciera únicamente a sus espontaneidades individuales: las creencias expresan esta vida en términos de representaciones; los ritos la organizan y regulan su funcionamiento.

Un principio religioso es un aspecto particular de la fuerza colectiva

La razón de ser esencial de los ritos religiosos es porque ellos sirven para rehacer moralmente a los individuos y los grupos


   Emile Durkheim defiende la razón de ser de la religión en una época (principios del siglo XX) en la que no faltaban los que denunciaban la religión como un fenómeno humano inútil, parasitario y opresivo que obstaculiza el progreso social. La reflexión de Durkheim sigue siendo de gran valor, hasta el punto de que todavía hoy son muy pocos los que se dan cuenta de que, en realidad, no hay oposición entre religión y progreso social en la medida en que la religión ha sido el mayor vehículo de progreso social de la humanidad por haber permitido el desarrollo de nuevas fórmulas éticas de cooperación: tales fórmulas innovadoras nunca hubieran podido llegar a expresarse sin los poderosos recursos emocionales del comportamiento religioso. De las religiones totémicas de los cazadores-recolectores a la religión política, filosófica y materialista del marxismo hay una extraordinaria distancia, pero se sigue tratando del mismo fenómeno de desarrollar la capacidad humana para la convivencia mediante el efecto emocional de diversas prácticas intelectual y símbolicamente expresadas (rituales, narraciones míticas, doctrinas espirituales, confesiones, meditación, oración…).

   ¿Es incompatible la religión con la ciencia?, ¿ha hecho inútil la ciencia a la religión? En realidad, no, puesto que la ciencia ha desarrollado más tipos de prácticas capaces de influir en nuestro comportamiento en un sentido determinado (la ideología política, por ejemplo...), aunque no puede ejercer el mismo tipo de influencia que la religión. No hemos de confundir la religión con la educación ni con la publicidad que son también medios para transmitir una determinada visión cultural. La educación se diferencia de la religión en que ésta condiciona el comportamiento humano de forma consciente al participar el individuo en su propia implicación emocional en una creencia encarnada en símbolos. En la educación somos pasivos, mientras que en la religión somos participantes. La participación voluntaria en las actividades religiosas no podría darse si el participante no se viese estimulado por experiencias emocionales gratificantes de todo tipo (de ahí, por ejemplo, el arte religioso). La ciencia podrá impresionar a los intelectuales comprometidos, pero es difícil que tenga los mismos efectos estimulantes que la religión en la gran mayoría.

  Ahora veamos cómo actúa la religión para fomentar mejoras en la vida social. Por una parte, necesitamos de la fe que equivale a una manifestación de la voluntad para adherirnos a una pauta cultural

La fe es ante todo un impulso a actuar
 

  Luego, necesitamos ordenar nuestro entorno para distinguir lo correcto de lo incorrecto en un sentido emocional (afección o rechazo)

La idea de sagrado es la idea cardinal de toda religión

  Y estas actitudes de voluntad y percepción emocional deben ser relevantes.

La vida religiosa no puede alcanzar un cierto grado de intensidad sin implicar una exaltación psíquica que no carece de relación con el delirio.

   Solo entonces podemos decir que un fenómeno social es religión, y solo entonces puede en realidad cambiarnos cognitivamente. De ese modo surgen conceptos simbólicos comunitarios nuevos como “hermandad”, “amor cristiano”, “pecado” o incluso “conciencia de clase”. Este tipo de expresiones son invenciones, como puedan serlo el fuego o la rueda, y resultan ser las herramientas fundamentales del progreso humano.

   La religión no es filosofía (especulación gratuita sobre el entorno), es mucho más que filosofía, pues implica un compromiso de práctica de vida a partir del cambio de nuestra percepción del mundo, es decir, de nuestra percepción de las relaciones humanas. Y el objetivo de estos cambios será siempre desarrollar el autocontrol de forma que se generen relaciones humanas de confianza que hagan más viable la cooperación. Sin la religión, no habríamos hecho muchos avances en este sentido

  Se dirá que esta concepción científica y destilada de la religión no corresponde a lo que viven los creyentes: ellos no creen en mejorar sus relaciones humanas, sino en adorar a sus dioses, alcanzar estados místicos (como los budistas ateos) o incrementar la fuerza de su pueblo, de su clase social o de su comunidad (los nazis, marxistas o confucionistas: religiones políticas ateas), pero es que, hasta hoy, las religiones nunca se han dado en total pureza, sino que siempre han venido contaminadas por otros fenómenos, de tipo mágico o político. Una religión pura -cuya organización obedezca exactamente a su función social- es algo que aún no ha llegado a darse...  y  tal vez sea eso lo que la humanidad ha buscado siempre.

  ¿O es que el tiempo de la religión ya ha pasado? Pero si la religión lo que busca es controlar los instintos humanos (la agresividad, sobre todo) hasta el punto de alcanzar la plena cooperación, tenemos que el irracionalismo de los instintos sigue haciéndose notar, bien lastimosamente, y que ni la ciencia ni la educación han logrado, por ahora, controlar totalmente los instintos naturales que son contrarios a nuestros intereses humanos actuales. Tal vez una religión científicamente desarrollada pudiera hacerlo en un futuro. Emile Durhkeim, un gran científico social, ya mostró un buen camino para hallar una solución a este respecto. De momento, no parece que nadie lo haya seguido hasta sus últimas consecuencias.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario