miércoles, 15 de julio de 2015

“El arco de la moral”, 2015. Michael Shermer

  El psicólogo y divulgador de ciencias sociales Michael Shermer nos presenta su visión del origen y desarrollo del progreso moral en el mundo contemporáneo: la clave habría sido y sería la incorporación de la mentalidad científica a la ética universal, dejando atrás el viejo pensamiento religioso.

Sostengo que la mayor parte del desarrollo moral de los siglos pasados ha sido el resultado de fuerzas seculares no religiosas, y que las más importantes de éstas, que emergieron de la Edad de la Razón y la Ilustración, fueron la ciencia y el razonamiento, términos que uso en el sentido más amplio de razonar mediante una serie de argumentos y después confirmar que las conclusiones son ciertas mediante la verificación empírica

  Y la situación actual es aparentemente optimista, ya que

estamos viviendo en el periodo más moral en la historia de nuestra especie (…) Hay relaciones causales identificables entre los factores sociales, políticos y económicos, y los resultados morales. 

   Así lo indican las estadísticas acerca, sobre todo, de la violencia: en los países más desarrollados tecnológica y económicamente hay cada vez menos homicidios, más igualitarismo, más respeto a las libertades personales, más bienestar individual.

   La referencia al “Arco moral” tiene que ver con una metáfora de un antiguo predicador norteamericano que a su vez fue recogida por Martin Luther King (otra metáfora parecida es la del “círculo expansivo”): se trata de hacer evidente la gradual extensión del ámbito de la moralidad al compararla con el mismo arco del firmamento que abarca a la humanidad misma.

La historia nos dice que, a medida que avanza la civilización, la caridad de los hombres se hace al mismo tiempo más cálida y expansiva, su conducta habitual a la vez más amable y templada, y su amor a la verdad más sincero (…) En una cierta época, las afecciones benevolentes abarcan meramente la familia, pronto el círculo expansivo incluye primero a una clase, después a una nación, después a una coalición de naciones, entonces a la humanidad y, finalmente, su influencia es sentida en las relaciones del hombre con el mundo animal

  Y si queremos que este proceso continúe hasta sus consecuencias finales, lo mejor es que comprendamos cómo se genera, cuál es su origen y cuáles los impulsos que lo mantienen en esa constante expansión. Ya hemos adelantado lo que concluye Michael Shermer al respecto. Profundicemos en ello:

El proceso de razonamiento detrás de la esfera de la expansión moral (…) podría más ampliamente ser llamado “el principio de las perspectivas intercambiables”(…)La razón y el principio de perspectivas intercambiables ponen a la moral más como un equivalente de los descubrimientos científicos que de las convenciones culturales.

Muchas creencias aparentemente inmorales son en realidad errores factuales basados en teorías causales incorrectas.

Pensar como un científico quiere decir emplear todas nuestras facultades para superar nuestro cerebro instintual, emocional y subjetivo, a fin de comprender mejor la verdadera naturaleza de no solo los mundos físico y biológico, sino también el mundo social (política y economía) y el mundo moral (abstracción sobre cómo la gente debería ser tratada).

Pensar científicamente requiere la habilidad para razonar abstractamente, lo que en sí mismo está en el fundamento de toda moralidad

  En suma, habría una relación directa entre la abstracción lógica desarrollada mediante el uso de la razón y una inteligencia cada vez más compleja, y el avance moral.

  Y se nos da un buen consejo:

Un país que educa a su población en la habilidad para razonar abstractamente será un país más próspero y moral

  Pero basta con leer este libro en su integridad para encontrar bastantes incoherencias que arruinan el principio fundamental de la teoría que se ha adelantado. Porque el razonamiento lúcido y libre de prejuicios no debería soportar contradicciones, y en el discurso de Shermer sí que hay unas cuantas.

  Se ha partido del principio de que

la mayor parte del desarrollo moral de los siglos pasados ha sido el resultado de fuerzas seculares no religiosas, y las más importantes de estas, que emergieron de la Edad de la Razón y la Ilustración, fueron la ciencia y el razonamiento

  Todo parece indicar que el pensamiento científico aplicado a la moral (fuerzas seculares no religiosas) tuvo su origen en la evolución del pensamiento religioso mismo y no en oposición con éste. Recordemos que el razonamiento (más o menos secular) de los antiguos griegos tuvo pocas repercusiones directas en el avance moral, pero que fueron las religiones del entorno helenístico (como el cristianismo) las que, partiendo de una tendencia compasiva que era nueva, y plenamente emocional (no racional), adaptaron métodos razonados de esclarecimiento de la verdad espiritual (como el famoso “método socrático”).

Judíos y cristianos inculcaron en su pensamiento moral la meta ilustrada de ensanchar y redefinir los parámetros de la consideración moral.

  Judíos y cristianos adaptaron el razonamiento a la elaboración de pautas morales, al igual que hizo el mismo Sócrates (que no era ningún ateo, por cierto). Ya los debates de Jesús con los fariseos que relata el Evangelio pertenecen a una tradición judaica de la época helenística. Mientras el viejo Job era arrinconado por el terrible Yavéh, que le negaba todo derecho a encontrar reglas morales en la Providencia, Jesús (y otros sabios rabínicos anteriores a él, como el famoso Hilel) razona la naturaleza de la virtud y el pecado, la lógica espiritual –moral- de las obras de misericordia y las ejemplifica mediante parábolas.

A diferencia de la ciencia, la religión no tiene un proceso sistemático ni un método empírico que emplear para determinar la verosimilitud de sus afirmaciones y creencias, mucho menos para el bien y el mal

    En materia moral, el “principio de las perspectivas intercambiables” podía surgir sin necesidad de un planteamiento empírico, como mera consecuencia de un desarrollo cada vez más intenso de los sentimientos de empatía. Al mismo tiempo, los métodos empíricos tienen el inconveniente de la dificultad de determinar sus resultados cuando la materia a valorar, como la ética, es tan compleja. Además, ¿cómo valorar emocionalmente los resultados empíricos?

  De momento, parece que Michael Shermer se equivoca en los ejemplos que elige. Aquí un caso:

La revolución científica llevó directamente a la Ilustración, ya que los intelectuales del siglo XVIII buscaron emular a los grandes científicos de los siglos previos en aplicar los métodos rigurosos de las ciencias naturales y la filosofía a la explicación de los fenómenos y a resolver problemas.

  Sin embargo…

Teístas y postmodernistas críticos de la ciencia y la razón frecuentemente etiquetan las desastrosas utopías nazi y soviética como “científicas”, pero su ciencia era una delgada pátina cubriendo una profunda capa de contra-Ilustración, fantasías pastorales y paradisíacas de ideología racial basada en la etnicidad y la geografía…

  Se debería tener en cuenta que las teorías científicas (incluidas las nazis y marxistas) deben pasar por un periodo de verificación. En el mismo libro se nos explica que

El moderno sistema científico puede ser sumarizado en tres pasos: 1) formular una hipótesis basada en observaciones iniciales, 2) hacer una predicción basada en la hipótesis, 3) comprobar si la predicción es acertada

  Marxistas y nazis formularon sus hipótesis basándose en observaciones: los marxistas observaron que la sociedad se divide en clases en conflicto que son determinadas por el modo de producción económica, y los nazis observaron que el mundo se divide en etnias que afirman su identidad propia y entran en conflicto contra las otras automáticamente. La predicción marxista era que la clase obrera destruiría a la clase burguesa e instauraría una sociedad sin clases. La predicción nazi era que una raza eliminaría o sojuzgaría a las demás, instaurando el dominio natural de la raza superior, de acuerdo con unos principios evolutivos en esencia darwinianos.

  El paso final, la comprobación de que la predicción era o no acertada, llevó tiempo, como siempre sucede en el proceso científico. Y resultó que no, que no eran hipótesis acertadas, pero, hasta entonces, ¿no se siguió esencialmente el sistema científico?

La meta de una moralidad basada en la ciencia debería ser construir un conjunto de preceptos morales provisionales que son verdad para la mayor parte de la gente en la mayor parte de circunstancias y durante la mayor parte del tiempo –tal como se determina por investigación empírica y análisis racional- pero que admita excepciones y revisiones cuando sea apropiado.

  Desde luego, marxistas y nazis no abordaron los hechos sociales con mucha menor precisión que el mismo Michael Shermer, sobre todo porque ellos partieron de una experiencia social previa mucho más limitada que la suya. Y ellos fueron más rigurosos –más científicos- en tanto que las reglas científicas no deben ser relativas (solo para la mayor parte de circunstancias y durante la mayor parte del tiempo) ni tampoco deben admitir excepciones. Lo que aquí se llama moralidad basada en la ciencia parece también algo que es solo científico cosméticamente.

  Por ejemplo:

Fue solo tras la Era de la Razón y la Ilustración que se profirieron argumentos racionales para la abolición del tráfico de esclavos

  Y señala que el cristianismo, pese a haber supuestamente predicado la igualdad, justificó la esclavitud. Es grave que no se mencione en ningún momento que uno de los adalides de la Ilustración, el erudito y político democrático Thomas Jefferson (al que se cita varias veces en el libro), no solo tampoco predicó la abolición de la esclavitud, sino que él mismo era propietario de esclavos… Shermer, además, tiene que defender su teoría contraria a la religión del hecho de que los primeros cristianos, aunque en efecto aceptaban la esclavitud (no había nadie en su época que la rechazase), también predicaban el valor universal del alma humana

Incluso si el mensaje de Pablo fuese interpretado en que quería decir que todos somos iguales, absolutamente nadie lo tomó en serio

  ¿Nadie lo tomó en serio? ¿Y por qué la esclavitud fue gradualmente convertida en servidumbre?, ¿por qué se eliminaron los crueles espectáculos circenses?, ¿por qué se popularizaron la piedad y la misericordia? Los cambios en las costumbres en los que participó el cristianismo no llevaron, desde luego, a un automático estado de santidad para todos los creyentes, pero estos cambios graduales sí se hicieron apreciables. La abolición de la esclavitud hubiera supuesto un cambio revolucionario impensable en esa época y por tanto no pudo darse, pero las relaciones humanas dentro de una sociedad jerarquizada sí evolucionaron en un sentido más compasivo.

  Los cambios culturales de esa magnitud nunca se producen en poco tiempo. De hecho, si la religión compasiva del cristianismo acabó imponiéndose en Roma, no fue tanto porque la humanidad quedase de repente deslumbrada por la aparición de un nuevo pensamiento, sino porque la sociedad romana ya estaba dando sus propios pasos en esa dirección, y eso fue lo que permitió que el cristianismo tuviera tanto éxito. El “arco de la moral”, el “círculo expansivo”, son procesos lentos y graduales, que a veces dan lugar a trayectorias del tipo “dos pasos hacia delante y uno hacia atrás” (así son todos los cambios evolutivos, y con irregularidades de saltos bruscos en ocasiones). Ni siquiera el cristianismo fue el comienzo, y desde luego tampoco lo fue el mucho más tardío pensamiento científico aplicado a la moralidad.

  Muestra de que esta evolución humanitaria es gradual es que la violenta intolerancia del teísmo cristiano también tuvo su equivalente en las sangrientas represiones de los movimientos políticos seculares y en teoría ilustrados, tanto en el caso de la República francesa (La Vendée, 1795) como, por supuesto, en las revoluciones marxistas soviética y china. Y era una estructura razonada la que hacía actuar con tan gran crueldad a los ilustrados: si la meta a alcanzar es tan valiosa, cualquier medio queda justificado. Si el método científico se aplica a cuestiones sociales igual que se aplica a cuestiones de ingeniería, el sufrimiento individual puede ser consumido de la misma forma que otra materia prima cualquiera…

  Veamos ahora otro tipo de incoherencia. Se justifica el derecho al aborto supuestamente a partir de principios científicos:

Los registros EEG [electroencefalografía]con las características de un EEG adulto aparecen aproximadamente en treinta semanas (…) La capacidad del feto para el pensamiento humano no aparece hasta apenas unas semanas antes de su nacimiento. 

  Todo este “razonamiento ilustrado” que busca fundamentar razonadamente el derecho al aborto es incoherente con sus consecuencias en la sociedad secular, ya que en ninguna parte se ha legalizado la interrupción del embarazo hasta las treinta semanas de gestación (siete meses). ¿Por qué no defiende Shermer que se repare esta injusticia si lo tiene tan claro en base a un dato empírico como es el EEG?

    En cambio, ¿no sería más racional admitir, simplemente, que el plazo de hasta tres meses de gestación, aceptado en las naciones ilustradas, es una convención social que tiene menos que ver con los datos empíricos que con el aspecto exterior, tanto de la mujer embarazada como del feto desechado (es decir, que dada la apariencia más insignificante del feto de tres meses en comparación con el de siete meses, resulta más fácil que su eliminación pase inadvertida, suscitando así menos rechazo)?

   Lo que hace Shermer con su razonamiento “científico” no es muy diferente a lo que hacían los nazis cuando se referían a Darwin y a la supervivencia de los más aptos. Los nazis, en lugar de reconocer que se dejaban llevar por el viejo prejuicio del antisemitismo, preferían darle un envoltorio “científico” a su acción.

  Aún más, en el tema del aborto:

Dada la elección entre dar derechos a una persona real (una mujer adulta) o a una persona potencial (feto), es preferible elegir a la primera por los motivos tanto de razón como de compasión

  No se ve la “razón” por ninguna parte. En el caso de la “persona potencial” (o nasciturus sin EEG adulto) lo que se destruye es todo, su vida entera, mientras que en el caso de la mujer adulta, se trata solo de ahorrarle las molestias del embarazo y el parto. No hay equiparación racional alguna entre ambas situaciones.

  Y Shermer está mal informado también sobre un interesante aspecto moral del cristianismo

El infanticidio era practicado ampliamente en las antiguas Grecia y Roma, y la prohibición de la Iglesia católica contra ello se remonta a la Edad Media

  En realidad, ya los primeros cristianos del siglo I se negaban a la práctica del infanticidio, tal como consta en el famoso documento “Didaché" (una especie de manual doctrinal de los primeros cristianos), lo que demuestra que tenían bien claros ciertos criterios éticos al respecto.

   Muchas de las ideas de progreso moral que Shermer apunta para el futuro se encuentran igualmente sometidas a prejuicios culturales del momento y no resultan por tanto tan prometedoras como esperaríamos…

En una visión del mundo basada en la razón, como es el caso de la del humanismo de la Ilustración, en la cual el principio de las perspectivas intercambiables implica que nadie razonablemente argumenta a favor de privilegios sobre los demás, la moralidad cambia del punto de vista del grupo al del individuo, y en lugar de funcionar hacia alguna ideología utópica inalcanzable e infundada en el distante futuro, el sistema político se diseña para resolver problemas específicos que pueden obtenerse en el aquí y ahora.

 Resolver problemas específicos inmediatos supone olvidar por completo las repercusiones que unos problemas tienen con otros a lo largo del tiempo tanto como someterse sin más a los condicionantes del momento sin que se tenga en cuenta que estos habrán de cambiar con el proceso evolutivo propio de toda cultura. Los problemas del aquí y ahora de hace quinientos años eran diferentes y se resolvían de formas diferentes que afectaban de forma diferente a cada individuo. Si la naturaleza humana es universal, entonces no podemos fijarla en el “aquí y ahora”, que siempre es cambiante y no universal.

  Yendo a lo concreto:

Dadas estas tendencias, un día, quizá dentro de siglos, no habrá más naciones-estado, sus anteriores fronteras serán porosas tanto económica como políticamente, el mismo concepto de nación caerá en desuso y gradualmente veremos un retorno a unidades políticas más pequeñas

  Absurdo, porque si nos sometemos al “aquí y ahora” quedamos esclavizados a los condicionantes socio-económicos del “aquí y ahora”, entre los cuales se encuentra el nacionalismo, que es promovido desde el poder político actual (estimulando los impulsos atávicos del miedo, el desprecio y el odio al extranjero) , y como puede ser también el caso de otro condicionante del “aquí y ahora” tal cual es la mera existencia de los monopolios económicos que también parecen cada vez más fuertes.

  Las consecuencias del despreocupado conformismo de centrarse en los problemas del “aquí y ahora” se ejemplifican en proclamaciones como ésta…

Dentro de una generación, seremos capaces de proporcionar bienes y servicios que antes eran reservados para unos pocos ricos para cualquiera que los necesite. Considérese el extraordinario crecimiento de información en las décadas recientes. Un guerrero masai con un smart phone y acceso a Google, por ejemplo, tiene más información que el Presidente Clinton en los 1990.

  Pero esta disparidad ya se daba hace siglos, aunque no hubiera aún smart phones. El incremento de los bienes tecnológicos sofisticados, por sí mismo, no ha supuesto grandes mejoras sociales. De hecho, hace más de treinta años que se anunciaba una “Tercera Ola” que cambiaría al mundo gracias a la tecnología informática y de comunicaciones –entonces de vanguardia- que estaba surgiendo y extendiéndose igualmente por el mundo entero. Y, más dolorosamente, ya en 1974 el poderoso Henry Kissinger dijo que en diez años más no habría hambre en el mundo en base a parecidos criterios superficiales de progreso económico.

   Hace mucho que se cumplió el plazo y, pese a los avances en producción y en tecnología, sigue habiendo hambre y violencia en el mundo. De hecho, ya en tiempos de Roma un agricultor se bastaba para alimentar a cinco personas, promedio que se duplicó en la Edad Media: el hambre en el mundo nunca ha sido causado por falta de desarrollo tecnológico.

  Lejos de reflexionar sobre por qué la tecnología es incapaz de satisfacer las mínimas exigencias del bienestar social, Michael Shermer trivializa las desigualdades:

Nuestros cerebros no están equipados para comprender intuitivamente cómo funciona la economía moderna, así que para la mayor parte de la gente este sistema parece injusto. Y, francamente, a lo largo de la mayor parte de la historia de la civilización, las desigualdades económicas no fueron el resultado de las diferencias naturales en impulso y talento entre miembros de una sociedad igualmente libre de seguir su derecho a la prosperidad; en lugar de eso, un puñado de jefes, reyes, nobles y sacerdotes explotaron un sistema social injusto para su personal beneficio y al coste de empobrecer a las masas. De modo que nuestra natural (y comprensible) respuesta es la envidia y a veces la ira

  Es decir, que se pretende decir que no hemos de tomarnos en serio las quejas sobre el estado de las cosas hoy, porque la reclamación de igualdad la hemos heredado del pasado aunque ahora, por lo que parece, ya no debería preocuparnos.

  Es grotesco que se pretenda que los problemas sociales del mundo actual tienen que ver con la desigualdad de otros tiempos (tiranías explícitas), cuando en realidad lo que sucede es que existe aún una devastadora precariedad por completo injustificada... que es mucho más injustificada hoy que ayer. Porque si en la época de Roma un campesino podía alimentar a cinco personas, y en la Edad Media a diez personas, hoy un campesino moderno puede alimentar a… diez mil personas. ¿Racionalidad?

  Hoy la desigualdad indigna no por ser desigualdad (el que unos sean mucho más ricos que otros por causa de las diferencias naturales en impulso y talento entre miembros de una sociedad igualmente libre, como pretende Shermer, que no menciona siquiera la angustia y la humillación de los que viven en la precariedad absoluta), sino por implicar la miseria de los desfavorecidos en un mundo de extraordinaria abundancia económica, algo que contradice totalmente la razón.

  ¿Dónde está, entonces, el error de este punto de vista del señor Shermer sobre el progreso ético?

La razón nos dice lo que debemos hacer para extender nuestras simpatías morales a la gente de todas las naciones y razas. Uno de los objetivos de este libro, de hecho, es argumentar que son la razón y la ciencia más que cualquier otra fuerza la que ha ayudado a romper las barreras artificiales para extender nuestras simpatías a todos los pueblos.

  La única solución a los problemas humanos es la extensión de los comportamientos altruistas (extender nuestras simpatías a todos los pueblos), en efecto, pero no es la razón la que nos impulsa a ello. La razón solo nos da un medio para resolver cuestiones prácticas dentro de un entorno convencional dado, si bien el cambio del entorno nunca se ha producido por la llegada, deus ex machina, de algo llamado “razón”. Más bien parece que es una mayor tolerancia a los puntos de vista ajenos, un gradual incremento de los comportamientos empáticos (el “principio de perspectivas intercambiables”, sí, ¿por qué no?), lo que deja un resquicio cognitivo abierto a los sabios de todas las épocas para desarrollar el pensamiento científico. Así sucedió en la antigua Grecia y luego sucedería en el cristianismo cada vez más tolerante y siempre teológicamente inquieto.

  Solucionar problemas en el “aquí y ahora” mediante la razón nos puede llevar, por ejemplo, a afrontar problemas como el de la esclavitud y la condición de la mujer (en otras épocas) mediante un aumento de la represión si razonadamente vemos que esta estrategia es la más conveniente de acuerdo con nuestros modelos culturales del momento. La razón es un medio y no un fin. Así, por ejemplo, es razonable implantar el terror a fin de obtener la obediencia de los esclavos (o de los súbditos en general). El darwinismo antirracial de los nazis también era razonable en base a la información de que se disponía, y mucho más lo era el marxismo, con su explicación de la historia en base a la lucha de clases.

  Es solo que el gusto de la época ha ido haciendo cada vez más indeseable (con los naturales altibajos de todo cambio evolutivo complejo) el despliegue público de crueldad. Y, para sorpresa de muchos (todavía hoy), una menor aceptación pública de la crueldad ha conllevado más orden social. La explicación no se encuentra en el descubrimiento de la razón, sino probablemente en que el deseo de mejorar la convivencia humana en las relaciones interpersonales ha conllevado un abandono gradual de los gustos despiadados. Eso a su vez ha llevado a buscar nuevas estrategias para mantener el orden social bajo tales nuevas condiciones. Y ahí es donde ha entrado la razón en juego: “¿por qué las relaciones sociales han de regirse por leyes tan crueles?, ¿no hay una forma de idear leyes más bondadosas?” Es decir, primero ha entrado en juego la intuición (rechazo a la crueldad) y solo después se ha hecho uso de la razón (búsqueda de alternativas a la crueldad).

[Existe la] evidencia experimental de que “nuestras dotes naturales” incluyen “un sentido moral” –cierta capacidad para distinguir entre acciones crueles y amables; empatía y compasión –sufrimiento por el dolor de aquellos que nos rodean y el deseo de hacer que este dolor desaparezca; un rudimentario sentido del juego limpio –una tendencia para favorecer divisiones iguales de recursos; un rudimentario sentido de justicia –un deseo de ver que las buenas acciones son recompensadas y las malas acciones castigadas

    Sí, pero desde el punto de vista racional estos dones compasivos y altruistas no poseen un valor objetivo. También contamos con otros dones, como los deseos de supremacía, crueldad, ira y venganza. El entorno cultural del momento valorará unos u otros como convenientes o no, y la razón actuará tanto a partir de  un presupuesto como del otro... siempre de acuerdo con la pauta cultural del momento.

La propensión a presagiar el futuro mediante la magia llevó a métodos más formalizados de apercibir la causalidad mediante la conexión de los sucesos dentro de la naturaleza –la misma base de la ciencia

  Lo que quiere decir que el mismo Shermer acepta que el pensamiento racional tanto puede aplicarse a un entorno mágico como a uno materialista. Realizar sacrificios humanos era razonable puesto que ello apaciguaba la tensión social y obedecía a intereses políticos vigentes. Además, su necesidad era confirmada por las experiencias místicas vividas por los chamanes.

   Para abolir la esclavitud no fue tan importante que se demostrase científicamente que un esclavo negro era un ser humano (los griegos y romanos ya sabían que la condición de esclavo nada tenía que ver con la naturaleza, sino que era una condición social, una fatalidad), lo que de verdad influyó fue un cambio de sensibilidad en las sociedades cultas de Europa: la reflexión moral extendida a las masas mediante las predicaciones evangélicas en libertad (protestantismo), el prestigio de los filósofos escépticos seculares acerca del valor de la naturaleza humana y la difusión del arte y la literatura (sobre todo la novela, con su universo de mundos a los que se accede por la empatía) fueron extendiendo los gustos compasivos.

  La ciencia también pudo influir, sobre todo porque la honestidad (y claridad… y humildad) del método científico venía muy bien como árbitro a la hora de dirimir dilemas, pero parece más bien que fue la creciente tolerancia en las libertades públicas lo que permitió que los científicos desafiaran las convenciones teológicas de la época.

El principio de la Felicidad: es un principio moral más alto buscar siempre la felicidad teniendo la felicidad de los otros en mente, y nunca buscar la felicidad cuando lleva a la infelicidad de los otros mediante la fuerza o el fraude.

  Desde una perspectiva altruista emocional, esto es impecable, pero tampoco tiene sentido desde el punto de vista racional. Desde el punto de vista racional somos individuos y como tales existimos como receptores absolutos e individuales de estímulos, por lo tanto lo racional es preocuparnos solamente por nuestro propio placer y bienestar. Para tener "la felicidad de otros en mente” hemos de hacer un esfuerzo, estimular sistemáticamente  nuestros instintos más benévolos (que no se dan por igual en cada personalidad) y esto es casi imposible si no estamos en un contexto cultural adecuado (comportamiento de imitación y empatía). No hay ningún motivo racional para que lo hagamos.

    El “principio de perspectivas intercambiables” comienza con las religiones compasivas, que fueron poco a poco toleradas y aún promovidas por el Estado debido a la creciente complejidad de los problemas sociales en las grandes civilizaciones y a las soluciones imaginativas que promovían. No hay que olvidar que eran las clases superiores las que más oportunidades tenían para desarrollar la sofisticación en la sensibilidad ética.

  La evolución moral no se produjo en los apenas doscientos o trescientos años de revolución científica e Ilustración. Fue un proceso mucho más largo, de más de dos mil años, a partir del surgimiento de las religiones compasivas (el budismo, quizá la más antigua).

  Pero Shermer sitúa el cambio mucho más tarde, en las revoluciones intelectuales, científica e ilustrada:

1) la revolución científica, datada aproximada desde la publicación de “acerca de las revoluciones de las esferas celestiales” de Copernico en 1543, hasta la publicación de los “Principia” de Newton en 1687; y 2) la Edad de la Razón y la Ilustración, originadas aproximadamente de 1687 a 1795 (de Newton a la Revolución francesa)

  El papel de la religión es mucho más decisivo en el cambio de costumbres (entre otras cosas porque afecta emocionalmente a las masas, y no solo a élites más o menos influyentes), y fue el cambio religioso (el protestantismo racionalista de Holanda e Inglaterra) lo que permitió la aparición, a modo de secuela, del pensamiento científico moderno.

La religión actúa como un monitor del comportamiento, un sistema de refuerzo (…)La religión es un camino para resistir la tentación, pero hay otros

  Hay otros, desde luego, pero la religión fue necesariamente el primero de estos “sistemas de refuerzo” que hizo posibles los demás. Las religiones avanzadas, más allá de las que se sostenían meramente en mitos, son de naturaleza racional en tanto que, partiendo de una “revelación” inicial, buscan dar una explicación del mundo y la naturaleza humana. El cristianismo, con su idea, perfectamente racional, de una naturaleza pecadora necesitada de guía para resistir a la tentación y llegar a la pureza del alma, desarrolla un complejo análisis acerca de cómo abordar el deseo de perfección. Esta complejidad haría que, en contradicción con la idea inicial de una revelación dada por Dios y por tanto inamovible, la discusión teológica desembocara en constantes herejías en busca de una verdad “no revelada”. Esta búsqueda de la verdad y esta búsqueda del perfeccionamiento llevarían a la edad de la razón. Todavía hoy podemos sacar provecho de esta necesaria interconexión entre lo emocional y lo racional.

4 comentarios:

  1. El autor Stephen Hawking brilla por su ausencia en este blog, con su libro el gran diseño, en el cual niega la existencia de dios y da una explicación muy interesante para llegar a semejante afirmación; me encantaría discutir y reflexionar sobre este libro.

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  2. Gracias por la sugerencia. Pero la verdad es que creo que discutir la existencia de Dios no es una prioridad en la temática de este blog. Ya hay entre los autores reseñados conocidos defensores del ateísmo, como Sam Harris, Richard Dawkins y Daniel Dennett. El punto de vista de "un poco de sabiduría" es el de las posibilidades imaginativas de la racionalidad, especialmente en lo que se refiere a la naturaleza humana y el progreso ético. O sea, que el ateísmo se da por supuesto, mientras que es mucho más importante discutir la naturaleza de la religión como fenómeno humano, y las posibilidades de un pensamiento religioso racional (ateo). Ahí recomiendo los libros en la sección de "Favoritos".

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  3. Muy bueno el análisis del libro, pero lo considero como un ejercicio por demás extenso, porque la tesis de este Michael Shermer, no soporta un examen de preguntas sencillas: si la ciencia y la tecnología contribuyeron a la mejora moral, como puede explicar el hecho que la potencia tecnológica por excelencia utilizara dos veces bombas nucleares contra la sociedad civil japonesa...
    Y hay muchisimos más ejempos, como el despilfarro de comida y energía de los paises más desarrollados, la contaminación ambiental, la depredación del ecosistema, etc. todos fomentados por el avance tecnológico...

    Por otra parte, la complejidad del tema, amerita un análisis más profundo...

    Ni la ciencia ni la tecnología garantizan el progreso moral...es más, su visión adolece de dogma cientificista, al pretender que su visión es la mejor respecto al resto.

    El reto es concientizarnos y concientizar a los que vienen a una cultura que fomente la tolerancia, la solidaridad, la paz.

    Saludos

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  4. Gracias por haber leído la reseña y valorarla positivamente. En cuanto a la tesis principal del libro (el pensamiento científico como principal agente del progreso moral) más o menos entiendo que quiere decir que una visión racional y sin prejuicios de la realidad es la que lleva tanto al pensamiento científico como al progreso moral. Pero como el pensamiento científico es "políticamente neutral" y además tiene aplicaciones prácticas (tecnología) sirve entonces también de avanzadilla al pensamiento racional en todos los aspectos.

    Algo hay de cierto en lo que comenta Guillermo de que el cientificismo puede llevar a todo tipo de abusos. Por ejemplo, Hitler sería inconcebible sin Darwin: los nazis adaptaron la idea de "selección natural" para difundir una filosofía de destrucción de los débiles por los fuertes, pues se sentían avalados por la observación científica de la naturaleza.

    De forma parecida, Michael Shermer justifica el status quo de la sociedad actual, con todos los abusos mencionados por Guillermo. Un pensamiento racional y sin prejuicios (equivalente al de los científicos) debería cuestionar la sociedad convencional y abrir el debate a soluciones innovadoras.

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