viernes, 27 de marzo de 2015

“El futuro de nuestra mente”, 2014. Michio Kaku

  Michio Kaku es uno de los más conocidos y competentes divulgadores científicos. Escribe libros, artículos, dirige y presenta documentales en televisión, y está perfectamente preparado desde el punto de vista académico para ello, pues se trata de una autoridad en física teórica. Sin embargo, en este libro aborda un tema de biología

La mente y el universo (…) son las fronteras más misteriosas y fascinantes de la ciencia

  Kaku nos informa de los últimos logros en las investigaciones científicas referidas a la mente humana. Y a la hora de abordar a los mejores especialistas toma las debidas precauciones:

Para incorporar a este libro [las especulaciones de los científicos que están edificando los cimientos para el futuro de la mente], solo impuse dos requisitos: (1) sus predicciones debían cumplir rigurosamente las leyes de la física y (2) debían existir prototipos que permitiesen, en principio, demostrar la aplicabilidad de sus ambiciosas ideas.

  A partir de aquí, tenemos que a Kaku no le acompleja nada utilizar como guía de sus exposiciones numerosos argumentos de la literatura y cine de ciencia-ficción. ¿Por qué no hacerlo, si hoy ya hemos asumido la capacidad de la tecnología para alterar nuestras vidas?

Los científicos han logrado obtener lecturas aproximadas de los pensamientos de una persona mediante escáneres electroencefalográficos. Los sujetos se ponían un casco con sensores (…)  y se concentraban en determinadas fotografías (por ejemplo, la imagen de un coche). A continuación se grababan señales en un electroencefalograma para cada imagen, a partir de los cuales se generó un rudimentario diccionario de pensamientos

Se le muestran al paciente una serie de letras y se le dice que se concentre en cada símbolo (…) Una vez que se ha creado este diccionario unívoco, es fácil hacer que, cuando la persona piense en la letra, ésta aparezca en la pantalla, utilizando únicamente el poder de la mente.

[Se ha logrado] registrar un recuerdo creado por ratones y grabarlo digitalmente en un ordenador (…) El sueño de descargar recuerdos al cerebro algún día podría hacerse realidad

En el futuro, se podría utilizar la nanotecnología, la capacidad de manipular átomos individuales, para insertar en el cerebro nanosondas con las que acceder a nuestros pensamientos (…) Se colocarían precisamente en las áreas del cerebro dedicadas a determinadas actividades.

Podremos aprender cálculo simplemente con descargarnos la habilidad. El sistema educativo experimentaría toda una revolución (…) El número y la calidad de los trabajadores especializados aumentaría enormemente

Quizá sería posible convertir a individuos normales en savants (…) Algo que ha sucedido muchas veces en el pasado, como consecuencia de accidentes casuales

  ( “Savant” es como se denomina al individuo autista con prodigiosas capacidades de memoria y cálculo; estas habilidades, sin embargo, suelen estar acompañadas de graves taras mentales que incapacitan la integración normal en sociedad; algunas personas que han sufrido golpes en la cabeza –“accidentes casuales”- han manifestado la adquisición repentina de ciertas habilidades de este tipo)

  La inmortalidad mediante la transferencia de los registros neuronales a un soporte más duradero (un disco, o incluso una onda láser… o cualquier otra invención futura) parece que también será factible en un futuro no demasiado lejano (¿mil años?, ¿qué son mil años si hace ya cinco mil desde que se descubrió la escritura?). Se nos informa de que ya existe un "Proyecto Conectoma", que buscaría la materialización alternativa del ser mediante la reconstrucción digital: el diseño exacto de las conexiones cognitivas que tienen lugar en el cerebro.

Para alcanzar la inmortalidad podría hacerse un conectoma completo. El médico tendría todas nuestras conexiones neuronales en un disco duro

  Y esa vida inmortal podría, además, tomar una expresión completamente diferente a lo que hoy conocemos…

La comunicación cerebro-cerebro no solo permitiría  la transmisión de actividades físicas, sino también la de emociones y sentimientos.

Una brain-net [conexión directa y universal entre cerebros] podría incluso alterar el curso de la civilización (…) En la época prehistórica, durante miles de años nuestros antepasados fueron nómadas, que se desplazaban en pequeñas tribus y se comunicaban entre sí a través del lenguaje corporal y los gruñidos. La aparición del lenguaje nos permitió, por vez primera, comunicar símbolos e ideas complejas, lo que facilitó  el surgimiento de las ciudades

  Lo que falta en las imaginativas especulaciones de Kaku es una especulación paralela acerca de los cambios culturales que traerían semejantes innovaciones en la vida humana. Quede al menos la advertencia al respecto: la escritura, la difusión de la literatura en forma de libro, la novela psicológica, los periódicos, la educación pública, acabaron cambiando al ser humano en su manera de ver el mundo y relacionarse con sus semejantes; agudizaron la empatía y la capacidad para la reflexión y la introspección; hicieron viable la universalización del concepto de “persona”. Cambios tan espectaculares como los descritos en este libro, que implican la conexión directa entre memorias y conciencias individuales, habrían de tener una influencia cultural proporcionada y, aparentemente, iría en un sentido prosocial de expansión de las redes humanas de confianza y cooperación.

  Para que se dé lugar a tales modificaciones de las capacidades propiamente humanas (intelecto, emociones, espiritualidad) los técnicos habrán de actuar a partir del conocimiento previo de la naturaleza del ser tal como existe hoy.

Conciencia es el proceso de crear un modelo del mundo a partir de múltiples bucles de retroalimentación basados en distintos parámetros (…) para lograr un objetivo

El nivel más simple de conciencia es el de un termostato (…) La clave es la retroalimentación, que activa un interruptor si la temperatura baja o sube demasiado (…) Cada bucle de retroalimentación constituye una “unidad de conciencia” (…) Podemos clasificar la conciencia numéricamente, basándonos en la cantidad y la complejidad de los bucles de retroalimentación (…) Una flor con diez bucles de retroalimentación (que miden la temperatura, la humedad, la luz solar, la gravedad…) tendría una conciencia de nivel 0: 10

La autoconciencia consiste en la creación de un modelo del mundo  y en la simulación de un futuro en el que aparece el propio sujeto (…) Los animales crean un modelo del mundo principalmente en relación con el espacio y con los demás individuos, mientras que los humanos van más allá y crean un modelo del mundo en relación con el tiempo, tanto hacia adelante como hacia atrás

   La ciencia que estudia el cerebro humano no ha descubierto, pues, una esencia de la personalidad individual. Todo parece una efectiva simulación a cargo del neocórtex (la sorprendente acumulación de tejido nervioso humano en la zona más superficial del cerebro). La idea del “yo” sería una especie de ficción, lo mismo que el “libre albedrío”: todo fabricado por el neocórtex.

La noción del “yo” como un todo único y unificado que toma todas las decisiones de manera continua es una ilusión creada por nuestra propia mente subconsciente (…) El cerebro racionaliza el resultado a posteriori y crea la sensación de que un único yo controlaba la situación desde el principio

El libre albedrío es falso. El cerebro toma las decisiones con antelación, sin la participación de la conciencia, y después trata de disimularlo (como acostumbra) haciendo creer que la decisión fue consciente

  El conocido fenómeno de la “pareidolia” (por ejemplo: ver rostros y figuras en las formas de las nubes o las manchas de la pared) está igualmente relacionado con un hecho más general:

El cerebro está constantemente creando imágenes falsas para “llenar los vacíos”

  En contra de la idea popular de que solo usamos una mínima parte de nuestro cerebro, en realidad, éste solo puede mantener sus capacidades restringiendo al mínimo su actividad. Por eso, gran parte de lo que creemos estar observando es reconstruido por la mente haciendo uso de patrones (la observación detallada directa es mucho más costosa en energía) y otra buena parte es olvidada cuanto antes para ahorrar espacio de unidades de información (el mantenimiento de la memoria es también muy costoso).

  Igualmente, la existencia de las emociones tiene origen en la necesidad de ahorro: nos permite tomar decisiones rápidas en lugar del largo y costoso esfuerzo de evaluar racionalmente cada situación…

Si hacemos que una hembra penetre en el territorio de un pez espinoso macho, el macho está confuso, porque quiere aparearse con la hembra, pero también quiere defender su territorio (…) Simultáneamente atacará a la hembra e iniciará el cortejo (…) [En cambio,] un humano tiene un consejero delegado en el cerebro que valora los pros y los contra de la situación.  (…) La clave es simular el futuro estableciendo relaciones causales entre eventos

Los insectos (…) aunque establecen relaciones sociales con los miembros de su colmena o grupo, hasta donde sabemos no sienten emociones

  Tener en cuenta estos principios simples de economía ayuda a que comprendamos muchas de las limitaciones biológicas de nuestras mentes. Y son estos principios los que nos podrían permitir en el futuro incrementar la eficiencia de nuestros cerebros y desarrollar las fascinantes posibilidades de la inteligencia artificial. La falta de un conocimiento exacto de cómo funciona nuestra mente supuso un obstáculo a este tipo de desarrollos en el pasado reciente:

En 1965 el doctor Herbert Simon, uno de los creadores de la inteligencia artificial, dijo rotundamente: “Dentro de veinte años, las máquinas serán capaces de hacer cualquier tarea que pueda hacer un hombre” (…) Los científicos subestimaron el problema, porque en realidad la mayor parte del pensamiento humano es subconsciente

  Ya hemos visto la importancia de las emociones a la hora de afrontar la relación con el medio. También podemos ver los inconvenientes que, a su vez, presenta la vida emocional a la hora de utilizar la razón.

Existe una tensión entre la parte del cerebro que busca el placer y la parte racional que trata de controlar las tentaciones

Los niños capaces de diferir la gratificación obtenían mejores resultados en prácticamente cualquier parámetro para medir el éxito en la vida (…) Las imágenes cerebrales de estos individuos mostraban un patrón definido

La conexión entre los lóbulos prefrontal y parietal es importante para el pensamiento matemático y abstracto (…) La conexión entre el lóbulo prefrontal y el sistema límbico (…)  es aparentemente fundamental para tener éxito en la vida

  El sistema límbico es el “cerebro emocional”, mientras que el lóbulo prefrontal, sobre todo, es la parte racional. Los distintos temperamentos individuales y  los diferentes filtros culturales ayudan a obtener las mejores estrategias  a fin de sacar partido a todas las complejidades de la función intelectual. Es posible que en el futuro próximo se utilicen métodos basados en nuevas tecnologías.

La estimulación magnética transcraneal  permite silenciar partes del cerebro (…) mejora la velocidad y la agilidad del proceso cognitivo

  Michio Kaku no entra en la cuestión de cuál es la meta para la que está diseñada la mente humana, aunque como muchos científicos que especulan acerca de la mente futura y la inteligencia artificial, parece dejar ver que el trabajo intelectual supondría el ideal a largo plazo  de una mente humana mejorada. Al fin y al cabo, diferir la gratificación es lo más indicado para realizar tareas complejas cuyos resultados solo podemos disfrutar al cabo de un tiempo. Y si la demora en la gratificación es el elemento cognitivo que conduce al éxito, es de suponer que perdurará una vez el ser humano haya alcanzado sus metas biológicas más generales (supervivencia, evitación del dolor, procura del placer… inmortalidad); si el ser humano ha prosperado (éxito reproductivo) gracias a su inteligencia social (capacidad para la cooperación) y gracias a su capacidad para resolver problemas al contar con la demora en la gratificación, estas cualidades serían las que llenarían de contenido la vida humana futura: ¿una brain-net extendida por el universo dedicada a la resolución de los últimos desafíos científicos?

  El escenario no podría ser más grandioso… La mente humana, como hemos visto, podría ser reproducida en un soporte más perdurable. Mejor que en un disco, podría ser en una onda de luz… Lo que nos permitiría acceder a ciertas ventajas…

La conciencia trasmitida por un rayo láser, al ser inmaterial, tiene una ventaja decisiva sobre la materia cuando se trata de pasar a través de un agujero de gusano.

La idea de que algún día la conciencia pueda vagar libremente entre las estrellas es el sueño definitivo. Por increíble que parezca, esto encaja en las leyes de la física

Si la teoría de cuerdas es correcta, significa que todo este universo coexiste con otros en un hiperespacio de once dimensiones (…) El verdadero escenario de los fenómenos físicos es el multiverso de universos, lleno de universos que son como burbujas flotantes

    Tales posibilidades para la mente se desarrollarían de forma paralela con las posibilidades de la inteligencia artificial. Si la mente puede plasmarse en su existencia material en forma de conexiones computacionales, esto equivaldría también a las conexiones independientes de una mente artificial. ¿Por qué una mente artificial no iba a ser equivalente a una mente humana, incluida la autoconciencia?

Para crear un robot con conciencia de sí mismo (…) [se comenzó por crear] robots con una teoría de la mente. Empezaron por construir dos robots (…) El segundo estaba programado para observar al primer robot y copiar lo que éste hacía

  (La “teoría de la mente” es el fenómeno por el cual un ser vivo es capaz de prever el comportamiento de otro al especular que éste tiene un comportamiento intencional semejante al suyo)

  Con todo, Michio Kaku acepta que puedan aparecer nuevos problemas que dificulten la realización de estos prodigios. Tal vez relacionados con la mecánica cuántica, que implica una concepción de la naturaleza en la cual la incertidumbre y el mero cálculo de probabilidades reemplazarían a nuestras viejas tradiciones de comprobación empírica y de las seguridades de causa y efecto.

Un sistema cuántico es intrínsecamente impredecible. Lo máximo que se puede calcular es la probabilidad de que algo ocurra, debido al principio de indeterminación

Las neuronas llevan a cabo cálculos tanto analógicos como digitales (…) Las neuronas son caóticas (…) En mi opinión esto indica que un conjunto de transistores solo pueden reproducir aproximadamente el comportamiento de las neuronas (…) Incluso las neuronas normales presentan problemas de fugas e inestabilidad

  Inmortalidad y viajes por el cosmos nos resultan atractivos hoy desde una sensibilidad vagamente religiosa, pero mucho antes de que una humanidad futura pueda hacer uso de estos avances de la tecnología, los logros que se aproximan ya han sacudido los principios elementales de la moralidad. Pensemos por ejemplo en la posibilidad próxima (se ha experimentado ya con animales de laboratorio) de poder eliminar los recuerdos traumáticos mediante terapia neurológica.

Una droga llamada propanolol puede aliviar el dolor asociado a los recuerdos traumáticos (…) Al recuperar el recuerdo de la memoria, éste cambia. Este podría ser el motivo por el que la droga funciona (…) Interfiere con la absorción de adrenalina, una de las claves para la creación de los recuerdos vívidos y duraderos.

   Sería un gran alivio para muchas personas que sufren pero…

[Sobre] las repercusiones éticas del borrado de recuerdos (…) [hay quienes opinan que]  los recuerdos existen por una razón: para enseñarnos las lecciones de la vida (…) La droga no obtuvo la aprobación del Consejo Presidencial de Bioética (…) “Atenuar nuestros recuerdos de cosas terribles haría que nos sintiésemos demasiado cómodos en este mundo, impasibles ante el sufrimiento, la maldad o la crueldad”

  Quizá éste sea un ejemplo claro de las limitaciones de la cultura actual para enfrentarse a las posibilidades que nos muestran los trabajos científicos. No cabe duda de que los avances en la potenciación de la mente no van a ser tan rápidos como se especuló hace cincuenta años, pero parece indudable que acabarán por darse, ¿estaremos preparados por entonces? ¿O nos resultarán inaceptables en base a principios por el estilo de los del Consejo Presidencial de Bioética? ¿Necesitamos, por ejemplo, el sufrimiento, incluido el de conservar los recuerdos de cosas terribles, para llevar una vida realmente humana?, ¿y en qué beneficia entonces al individuo la vida realmente humana, con todas sus consecuencias?

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