lunes, 4 de agosto de 2014

“De sapos a príncipes”, 1979. Grinder y Bandler.

  El conductismo, frecuentemente ridiculizado por las otras escuelas de psicoterapia, maniobró con acierto al derivar hacia otras denominaciones. Una de las más aceptadas ha sido la de “Programación NeuroLingüística”.

  Como cualquier variante conductista, y a diferencia del psicoanálisis o de la psicología humanista, algo que caracteriza a esta tendencia es la indiferencia total a los “contenidos”:

Por lo general, los problemas de la gente no tienen nada que ver con el contenido, sino más bien con la estructura, con la forma de cómo organizan su experiencia.

Cualquier sistema de creencias es tanto un conjunto de recursos para hacer una determinada cosa como un conjunto de limitaciones severas para hacer cualquier otra cosa. El único valor que tienen las creencias es que los hace congruentes. 

El componente verbal es la parte menos interesante y menos influyente en la comunicación.

  Un terapeuta conductista –o de “PNL”- lo que hace es recurrir a una serie de trucos más o menos inteligentes para corregir una conducta –“conducta problema”- en el sentido en el que el cliente se lo solicita.

  Este libro de Grinder y Bandler (considerados los padres de la PNL) es una recopilación de un seminario para terapeutas durante el cual se expusieron algunos de estos trucos, que reciben nombres como “metamodelaje”, “anclaje”, “reencuadre” o “chequeo ecológico”. Todo esto se relaciona con una serie de revelaciones acerca de la naturaleza de la conducta humana inmediata, como son las pautas de acceso ocular, la eficiencia del hipnotismo o la naturaleza de las fobias.

  No debemos equivocarnos en el sentido de que se trate de charlatanería. Buena parte de todo esto funciona y se trata de hallazgos útiles y muy significativos.

  El autor del prólogo de este libro, John Stevens, declara: Yo he sido intensamente condicionado a creer que el cambio necesariamente es algo lento y, por lo general, difícil y doloroso. Aún me cuesta aceptar que generalmente puedo curar una fobia u otro tipo de problema arraigado durante largo tiempo en forma indolora y en menos de una hora

  Y los autores nos dicen lo siguiente:

Nos llamamos a nosotros mismos modeladores. Esencialmente lo que hacemos es prestar muy poca atención a lo que las personas dicen que hacen, y mucha atención a lo que las personas hacen, construyendo luego un modelo de lo que hacen. (…) No les estamos ofreciendo algo que es verdadero, únicamente cosas que son útiles.

  Antes de seguir adelante y explicar algo sobre el repertorio de trucos, conviene que recordemos que la humanidad guarda experiencia de muchos otros sistemas parecidos de manipular el comportamiento humano. Recordemos que se ha dicho que la eficacia no tiene nada que ver ni con los contenidos ni con las creencias… y a ello tendríamos que añadir que tampoco tiene nada que ver con la libre voluntad del sujeto, que puede ser condicionado por cualquier agente exterior que demuestre poseer los recursos psicológicos para ello (aunque en el caso de los terapeutas, estos suelen ser pagados por quienes desean ver corregidas las ya mencionadas “conductas-problema”).

  Debido a la urgencia del asunto, el adiestramiento militar es el ejemplo más asequible y conocido de programación de la conducta a lo largo de la historia. Como el psicólogo afirma, se obtienen resultados duraderos en poco tiempo. Se puede curar una fobia, por ejemplo, la fobia a matar personas inocentes, si se aplican viejos trucos del condicionamiento conductual por el estilo de los de la película “La chaqueta metálica”.

  Y una vez aclarado esto, veamos los fundamentos del sistema de la PNL a través de algunos de sus conceptos más usuales.

  Por ejemplo, el “metamodelo”:

Es un modelo verbal, un modo de escuchar la forma de la verbalización en oposición al contenido. Una de las distinciones que hacemos ahí son los «verbos inespecificados». Si yo soy su cliente y le digo a usted «mi padre me asusta». ¿Ustedes entienden lo que yo estoy hablando? No, desde luego que no. Si yo dijera «Mi padre me X-ea», tendría el mismo significado, porque para una persona «Mi padre me asusta» puede significar que su papá le pone un revólver calibre 38 en la sien cada vez que llega tarde a casa, y para otra persona puede significar, sencillamente, que su padre pasó por el living sin decir una palabra. Así que la frase «Mi padre me asusta», tiene muy poco contenido. Simplemente describe que hay algún proceso, en este momento inespecificado. 

  Es decir, la técnica del “metamodelo” somete al lenguaje a una reorganización para que se revele el contenido psicológico real de lo que se manifiesta. Al eliminar los términos inespecíficos, al descubrir las omisiones inconscientes, al desechar las generalizaciones y al precisar los términos ambiguos logras cambiar la forma en que te comunicas ahora, con los demás y contigo mismo.

  Otra de las técnicas más usadas es el “anclaje”. El terapeuta puede comentar a sus clientes (en el ejemplo siguiente, una pareja en busca de “terapia familiar”):

“Ayer entró una serpiente cascabel aquí a mi living, estaba en el suelo. Fue terrible». A medida que decía esto miraba el suelo detrás de su silla y lentamente seguí el curso de una serpiente imaginaria a medida que lo atravesaba. Luego la pareja empezó a hablar. Cada vez que empezaban a discutir y argumentar yo miraba nuevamente el suelo y se detenían instantáneamente. Estaban anclando su terror a las serpientes a ese tipo de conversación. Luego de más o menos de una hora de eso ya no conversaban. Les resultaba demasiado desagradable, porque luego de un tiempo su desagrado por las serpientes se asoció con el discutir. 

  Otro método de la PNL es el “reencuadre”

Si un cliente dice: «Bueno, usted sabe, supongo, que no soy un marido perfecto», dirá entonces: «¡Gracias a Dios!, qué alivio. Han venido ya esta semana tres maridos perfectos y son tan aburridos». Lo que hace es invertir la presuposición subyacente en la comunicación que recibe.

  En términos generales, la terapia de “PNL” parte de la reorganización de la actuación consciente, desenredando la percepción de estímulos y la toma de decisiones. Todos los demás trucos simplemente nos facilitan acceder al orden. En este proceso de reordenación de las diferentes “partes” inconscientes que componen el comportamiento consciente, es importante entender que el terapeuta se muestra indiferente, e incluso opuesto, a la participación consciente del individuo. De ahí que se apoye el uso del hipnotismo y se opine que

nuestras mentes conscientes son poco aceptantes del cambio. 

  También los autores son claros en lo que se refiere a sus críticas a las otras terapias en este aspecto.

Casi todas las sicoteologías humanistas modernas implican que es necesario estar consciente para realizar los cambios. Eso es absurdo.

  En resumen…

Lo que hicimos fue sencillamente cambiar el orden en que los sistemas ocurrían. Hicimos que primero tuviera la respuesta kinestésica (sensaciones del propio cuerpo) y luego hiciera la imagen internamente. Eso le hizo imposible ser fóbico. Pueden tratar cualquier limitación que se presente como un logro particular de un ser humano y descubrir cuáles son los pasos. Una vez que entiendan cuáles son los pasos, pueden invertir el orden en que ocurren, pueden cambiar su contenido, pueden insertar nuevos pasos u omitir algunos.

  Veamos el ejemplo del alcoholismo. La lucha contra el alcoholismo es extraordinariamente importante tanto en la historia de la psicología práctica como en el desarrollo humanista de las masas en general, puesto que llevó al surgimiento de los grupos de terapia y la famosa técnica de los “doce pasos”…

Los alcohólicos anónimos dicen: «Una vez alcohólico, siempre alcohólico». Eso para mí es una declaración de que su programa fracasa al no integrar los programas motores que aún pueden ser disparados por la presencia del alcohol. De modo que basta un trago y tienen que continuar, o un cigarrillo más adelante y, ¡boom!, esa persona nuevamente ha vuelto a ser fumador. Las pautas motoras disociadas siempre podrán ser disparadas a menos que se integren. Si uno disocia a alguien y lo reordena, asegúrense de armarlo nuevamente. No dejen esas configuraciones motoras tiradas por ahí. Esa es una de nuestras responsabilidades profesionales; el que no le sobren piezas, por así decir. 

Hay dos etapas en el tratamiento del alcoholismo. Una es asegurarse de que la ganancia secundaria sea recogida por alguna otra actividad: podrán por ejemplo, tener la camaradería, pero no es necesario emborracharse para ello. (…) Entonces anclan otra cosa para que tome el lugar del estímulo provisto por el alcohol, de modo que no tengan que pasar por el estado alcohólico para obtener las experiencias que quieren y necesitan. Hemos trabajado con alcohólicos en sesiones únicas que funcionan realmente bien, siempre y cuando nos aseguremos que estén involucrados estos dos pasos.

  Y ya que se ha mencionado, fijémonos en el un tanto siniestro concepto de las “ganancias secundarias”:

Cada uno y único trozo de conducta tiene una función positiva en algún contexto. Sería una muestra de irresponsabilidad de parte nuestra si sencillamente cambiáramos la conducta de las personas sin tomar en cuenta la noción denominada «ganancia secundaria»

  Ya hemos visto el caso del alcoholismo (la camaradería de la comunidad de bebedores como “ganancia secundaria”), pero cualquier manipulador puede hacer uso de esta ventaja en cualquier otro contexto. Por ejemplo, un tirano puede aprovecharse de que su víctima tiranizada interprete su falta de libertad como una ganancia en el sentido de que no tiene que esforzarse en tomar decisiones. Así, una combinación de amenazas, de engaños y de ofrecimiento de ganancias secundarias ha sido y sigue siendo eficaz en la manipulación de personas incautas.

  En lo que se refiere a “reordenar” la conducta, la misma aparición en la mente del individuo del concepto de “ganancias secundarias” (el tenerlo en cuenta) supone una magnífica ventaja para el que se halla en riesgo de ser manipulado.

  En conjunto, las técnicas que se asocian a las terapias conductistas podrán ser más o menos eficaces, pero todas resultan reveladoras de los mecanismos sociales en base a los cuales se expanden las innovaciones en la naturaleza humana. Se trata tanto del riesgo de ser manipulados emocionalmente como de nuestra capacidad para asumir que deseamos ser cambiados. No se habría dado progreso humano alguno si no hubiera existido una forma de manipular las emociones más allá de nuestras tendencias innatas heredadas del paleolítico (la religión ha sido la vía habitual para la manipulación psicológica con fines prosociales). Y es que en el comportamiento constantemente nos vemos afectados por el entorno social. La mejor forma de afrontar esto es aprender a usar de forma razonada nuestra misma capacidad de control. Es decir, aprender a manipularnos a nosotros mismos.

  El primer paso ha de ser el de siempre: reconocer el propio deseo de cambio. Una vez has fijado tu meta, tienes que buscar los medios. Por tanto, los descubrimientos de profesionales ambiciosos como Grinder y Bandler pueden ser también útiles para fines humanistas. Ellos ya han proclamado que los contenidos y las creencias les son indiferentes…

  Por otra parte, dentro de este libro encontramos uno de los mejores descubrimientos realizados por los terapeutas, el de las pautas de los movimientos oculares.

Los movimientos oculares son la forma más fácil que hemos descubierto para que la gente pueda aprender a obtener acceso a esta clase de información denominada «sistemas representacionales».(…) La mayoría de las personas miran hacia arriba y a la izquierda cuando accesan a imágenes visuales eidéticas o recordadas, y hacia arriba y a la derecha cuando accesan imágenes visuales construidas (…) Las claves de acceso visuales, pautas de barrido de los movimientos oculares, les indicarán literalmente la secuencia completa del modo de accesar alguna información, lo que nosotros denominamos estrategia.

  El lenguaje verbal es mucho más opaco que el gestual: hay quien dice que el ser humano aprendió a hablar para mentir, algo mucho más difícil si nos centramos en el lenguaje gestual. De modo que si, con aplicación, somos capaces de comprender muchas expresiones no verbales, seremos más capaces también de ganar confianza en nuestras relaciones con los semejantes (algo imprescindible para el terapeuta). Los movimientos oculares sirven para determinar la veracidad de lo que se manifiesta (casi como un detector de mentiras) así como el uso de variados recursos intelectuales (recuerdos, imaginación, actos reflejos…), y eso permite comprender mejor la organización psicológica de quien tenemos delante. Todo lo que nos ayude a comunicarnos emocionalmente es necesariamente bueno.

  Otro descubrimiento valioso es el del uso del vocabulario:

Una de las cosas que distingue un comunicador realmente singular, es su precisión en el uso del lenguaje

  Y no solo la precisión del lenguaje es importante para el terapeuta, sino para cualquier individuo que desea cambiar en un sentido determinado. De la misma forma que el uso de un lenguaje brusco, vehemente, agresivo y ambiguo es útil para reforzar los comportamientos antisociales (por ejemplo, en el adiestramiento militar, ya mencionado), el uso de un lenguaje intencionadamente despojado de generalizaciones, de hipérboles, ambigüedades y de giros irónicos y agresivos puede contribuir a una conducta más prosocial. Hay terapeutas PNL que recomiendan que no se utilicen siquiera expresiones como “nunca”, “todo el mundo” o “en modo alguno” si se desea mantener una actitud cooperativa y de confianza.

  La PNL surgió a partir de las terapias familiares (en este libro se cita a terapeutas como Virginia Satir y Milton Erickson a modo de valiosos precedentes), un intento de mejorar las relaciones de convivencia en el núcleo afectivo primario de la vida social. La sistematización de sus descubrimientos es un ejemplo de cómo podemos esforzarnos en mejorar nuestras relaciones humanas sin depender de las convenciones culturales (es decir, sin prejuicios).

  Podemos elegir los aspectos de nuestro comportamiento que queremos mejorar y podemos usar racionalmente los conocimientos contrastados para ello. Grinder y Bandler enseñan, por ejemplo, cómo hombres de negocios pueden trabajar juntos, y mucho terapeuta canalla enseña también cómo manipular a la propia esposa para sacarle mayor rendimiento sexual. Todo es apropiado porque se trata sólo de "métodos", de un uso racional de nuestra propia naturaleza irracional, y recordemos una vez más que en este sentido los contenidos son indiferentes.

  Nosotros podemos elegir los contenidos antes de ponernos a elegir el método, pero no ganamos nada si cerramos los ojos y fingimos ignorar los recursos de que se dispone para mejorar nuestra vida social.

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